EL BICENTENARIO: EL TUCUMÁN DE LA INDEPENDENCIA
Escribe Stella Maris Gil
El país se prepara
para los fastos del Bicentenario, para agitar la palabra independencia bien o
mal entendida o aplicada. Esa palabra que vibró el 9 de julio de 1816.
Y fue en el Tucumán, donde
ocurrió tamaño suceso, tierra de los Lules, de los calchaquíes, los tonocotés
o juríes y sus divisiones. Poblaciones autóctonas, con sus fortalezas, sus
trabajos y sus luchas internas. Y más adelante en el tiempo la llegada inca.
Tal vez una flecha del tiempo partiría de miles de años
atrás donde las diferentes naciones vivían abrazadas a sus tradiciones y
rivalizaban también entre sí para ampliar sus lugares entre sus valles,
quebradas y sus sierras que van descendiendo desde el Aconquija, tierra de soledades, naturaleza feraz, de
maíz, de peces, de pimientos secados al sol, de misterios como los que esconden los
menhires del Tafí, de devoción a la madre tierra, la Pacha Mama.
Hasta que del Norte llegaron los blancos que habían cruzado
el inmenso Atlántico, se aposentaron en las tierras americanas, y allí en el
Tucma que significa según dicen “donde terminan las cosas” en quechua se
apropiaron de su vida, sus tierras, vino un nuevo dios y se quedó junto a sus
dioses, les desforestaron las nacientes de sus ríos. Buscaron oro y plata, pero
no lo encontraron. Dice el historiador Terán que los españoles “no pudieron
descubrir la majestad de la selva ni de su flora, ni la sublimidad de la
montaña, puesto que no fueron para ellos sino obstáculos tremendo” por lo que
los nativos libres pasaron a ser encomendados, y a doblar su cintura para sacar
las riquezas de las tierras. “Supieron aprovechar muy bien toda desigualdad y
punto saliente de sus faldas y cuestas escarpadas para levantar allí un
sinnúmero de pircas”. Hubo guerras, como las calchaquíes que se rebelaron
contra el invasor. Otros, los Quilmes, constructores de avanzada, dejaron uno
de los yacimientos arqueológicos del NO más importantes del país. A manera de
servidumbre fueron llevados a través del territorio nacional hacia otra vida
distinta en los alrededores de Buenos Aires, ajena a su idiosincrasia, donde la
mayoría murió.
En este siglo XXI no
todo ha desaparecido de las antiguas culturas, renacen en palabras, costumbres
y en esa fusión cultural que dejó rastros.
“Mi familia es de Simoca, comían el locro, pero también está el locro
“huascha”, el locro de los pobres. Palabras que uno creía que eran propias pero
son indias, como Famaillá “lugar de descanso” (Rogelio Moreno).
El exterminio no fue total. Plataformas indígenas en el
mundo tecnológico del hoy.
Jardín
de la República
La selva subtropical que posee Tucumán da fundados méritos de esa
denominación, cosmos silencioso y bello.
La flecha del tiempo lo sobrevuela en su vida colonial y ve lo que hoy la toponimia
denomina Pueblo Viejo donde se fundó “la ciudad y pueblo de San Miguel de
Tucumán en el campo que llaman en lengua de naturales IBATIN, ribera del río
que sale de la quebrada” (Carlos Paez de la Torre, “Historia de Tucumán”) hasta
que encontró su lugar definitivo en La Toma y fue la capital orgullosa a la que
los lugareños todavía le llaman “la ciudad”.
También ve como los llegados “eran premiados con mercedes de
tierras por haber intervenido en la ocupación y colonización del territorio”
(prof. Hilda Cainzo).
Así nacieron pueblos con sus casas arracimadas alrededor de
los campanarios. Hoy día mantienen sus marcas de origen, sus artesanos en sus
calles y veredas, sus jardines. En los campos y serranías los campesinos siguen
con antiguas siembras a pesar de los olvidos y las crisis perpetuas.
Pervive Famaillá, pueblo de indios anterior a la conquista
española; los jesuitas dejaron su impronta, sobretodo en Lules.
La Colonia prosperó con el comercio de mulas ida y vuelta al
Norte.
Siglo XIX revolucionario
A la pequeña Tucumán después
de tantas divisiones territoriales se le redujo su extensión y siguió siendo
una de las provincias poseedora de las más ricas economías regionales.
Tuvo sus industrias, entre
ellas la construcción de carretas, por tener los bosques nativos y ser un lugar
estratégico de comunicación con el norte la Bolivia y el Perú.
El obispo Colombres impulsó el cultivo de cañaverales y la elaboración del azúcar de
caña;
1821 fue el punto de partida de la primera
fábrica fundada por él con la utilización del mítico trapiche de madera.
La figura de Manuel Belgrano se desliza entre las nubes,
para recordarles aquella batalla del 24 de setiembre de 1812, en el campo de
las Carreras, que dejó a los imperiales vencidos, desarrapados, huyendo hacia
el Norte. Fue el día de la virgen de la Merced, ante cuya imagen se inclinó
para agradecer el licenciado en leyes asumido general para servir a su patria,
hasta que murió pobre, con solo sus riquezas morales. Dicen los archivos que
durante la procesión en honor de ella, Belgrano recibió la confirmación de la
retirada total de los invasores. Ante tan tranquilizadora noticia mientras veía
el paso de los fieles, cruzó la calle y depositó ante la virgencita su bastón de mando
y la nombró Generala de los ejércitos.
Los tucumanos sienten este
acontecimiento con orgullo, como también las riquezas que el cultivo de sus
tierras le brinda: la caña de azúcar, esa industria que trajo muchos ingenios
pero también, y el pueblo no se olvida, muchas injusticias en manos de los
dueños de ellos.
En 1876 llega el tren hasta 1970.
Se conectaba con Buenos aires y Rosario, el recordado Estrella del Norte,
continuador del Ferrocarril Belgrano. A su vera crecieron pueblos y las franjas
de hierro recorrían ingenios trayendo un
desarrollo inusitado de la industria azucarera con la modernización de sus
maquinarias.
Entre Córdoba y Tucumán corría el
Ferrocarril Central-Norte.
Desde octubre de 2014 la empresa
estatal Trenes Argentinos operadora ferroviaria hace el servicio Buenos Aires- Tucumán
El cierre de muchos ingenios los obligó a buscar otras
explotaciones, la tierra maduro en caminos de cítricos en especial el Limón del
cual es el principal exportador del país y el segundo productor del mundo.
Testimonia Rogelio Moreno “los cañeros venían de Santiago del Estero y Tucumán,
venían con sus machetes que todavía se usa…hay máquinas pero hay algunos dueños
que hacen cortar a mano porque es más barato”.
La tucumana Mercedes Sosa cantaba a esas
riquezas y a esos agobios: “Yo he visto a la luna buena, besando el cañaveral”.
Esta provincia norteña
Mi lenta aproximación
a los hechos me permite reconocer que allí nacieron varios protagonistas de la
vida nacional , desde un presidente como Nicolás Avellaneda nacido en 1837 cuya
casa natal es hoy el Museo Histórico de la Provincia hasta un general de la
Independencia: Gregorio Aráoz de Lamadrid. El paisajista francés Charles Thays
trazó el parque Centenario 9 de julio, César Pelli se fue a diseñar Las
Petronas en Kuala Lumpur; el pianista Miguel Angel Estrella, torturado durante
la década de los ´70, no se amilanó y fundó “Música Esperanza; Tomás Eloy
Martinez rescató la historia del siglo XX y siguen los nombres, los músicos
populares como Paz Martinez o “la bomba tucumana” y su tema “La pollera
amarilla”. Palito Ortega le cantó al
changuito cañero en sus humildes juventudes.
En la plaza Independencia
la cabeza de Marco Avellaneda se fue pudriendo, decapitado por sus adversarios
rosistas, marca de fábrica de los enfrentamientos que sacudieron al país en
esas guerras del siglo XIX.
La Universidad Nacional fue fundada en 1914 por impulso del
historiador Terán, a la que acompañan hoy
otras universidades.
En esa provincia se presentaron “uno de los primeros
proyectos para reconocer el voto femenino ... Fue la propuesta , formulada en
1907, por José Ignacio Aráoz, durante la reforma de la Constitución de Tucumán,
sin resultado”. “Esta reforma introdujo, además, en el art. 34 de la Constitución
tucumana, la reglamentación del trabajo
de mujeres y niños en las fábricas, iniciativa de Terán” (Felipe Pigna) .
Todas las mañana se siguen conociendo las noticias del mundo
a través de La Gaceta el diario de papel fundado el 4 de agosto de 1912. Y están los
on line, redes, radios y circuitos de televisión en una provincia con una
población de 1.448.200 habitantes según el Censo de 2010.
Los tucumanos caminan las peatonales de la capital,
coloreadas por sus artistas callejeros y sus personajes urbanos.
Tucumán se mantiene a pesar de las crisis de algunos malos
gobiernos, a pesar de la competencia turística que existe con las provincias
vecinas, Santiago del Estero y Salta.
Tres Arroyos ha recibido a sus compatriotas norteños
en muchas ocasiones y para diferentes eventos. Algunos comprovincianos se
quedaron en esta, nuestra tierra de mar
y trigo, como Virgilio Díaz, Elsa
Tarantella y su esposo Barrionuevo, los hermanos Moreno. Olimpia Correa deTróccoli,
madre, doctora pediátrica, activa participante en los inicios de la dirección
de Psicología, quedó en estas tierras recién recibida y dejó huellas para
imitar.