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martes, 27 de mayo de 2014

Un tal Fernández

UN TAL FERNANDEZ
-¡Hola Cacho, como está Usted!
Y la figura adusta saludaba con afabilidad
 CACHO siempre vivió en la  segunda cuadra de “la gauchita” y en sus idas y venidas construyó un legado para la ciudad y sus descendientes realmente invalorable.
Se llamaba Ricardo Fernández.
Durante mucho tiempo traté de encontrar los manuscritos de su programa radial en LU24: “De todo un poco”,  búsqueda infructuosa hasta que un día suena el timbre de calle de mi casa y me entregaron sus archivos, entre ellos la citada audición.
De ahí en más me adentré a conocerlo a través de sus escritos, los documentos y sus coetáneos.
Sus amores
Más allá de su familia, de su amor por Quita, su esposa, el club Huracán fue su pasión. A raíz de uno de los triunfos futboleros del club escribe “Y reiterándoles que siempre hemos estado con la camiseta puesta, sin que ello nos obnubile para juzgar méritos y esfuerzos ajenos, debemos decirles, amigos que y sin necesidad de electro cardiogramas comprobamos que anda bastante bien el reloj del lado izquierdo que, como dijimos una vez, no sabemos ya si es un corazón que se hizo “globito” o un “globito” que se hizo corazón” (13 de marzo de 1978).
Cruzó la entrada del club a los catorce años para jugar al fútbol y al basket. No se fue más. Accedió a la dirigencia. Entre otros cargos fue su presidente desde 1943 hasta 1954. Allí se afana por el plan de obras: salón bar, cancha de pelota cerrada, cancha de basket cerrada la que da a la calle Suipacha, las canchas de bochas cerradas, el corrimiento de la de fútbol para hacer la pileta de natación, la torre y los vestuarios , entre tantas cosas. Luego, en la Liga, marca conductas y acciones.
Su otro amor fue el periodismo, tal vez  por genética. Era hijo de aquel español anarquista que fundó el periódico La Voz y que fue uno de los iniciadores del diario La Voz del Pueblo. Siguió la huella dejada por su padre y desde las páginas de “La Hora” llegó a escribir según dicen sus allegados , 700 artículos en el mismo, con temas de la actualidad de esa época. También lo hizo en “Noticias Gráficas” donde se dedicó a cronizar la guerra civil española (1936-1939) en favor de la República.
Sentado frente a su vieja máquina escribe y escribe con solo tres de sus dedos que vuelan sobre el teclado: lo que ve, lo que siente, lo que rechaza.
Utilizaba en ciertos textos el seudónimo de Juan Pérez. En uno de ellos simula un diálogo con San Martín que le dice “Hace tanto tiempo que siento nostalgias del verdadero homenaje, del que es el pueblo mismo, sin ruidos ni oropeles, sin invocaciones patrióticas de circunstancias…que no se ratifican con una conducta encaminada sobre las directivas que ellas trazan…”
De todo un poco
Sus notas en la audición radial son fruto de largas investigaciones. Tengo en mi  poder numerosas de ellas. Las preparaba con disciplina periodística. Coordina con el técnico los diferentes momentos: cortina musical, pausa, todo presentado por escrito, nada al azar. Luego avanzaba con los temas explicitados en el título del programa. Es una charla con los oyentes. Les cuenta cosas ciertas de la zona y del mundo fruto de esa infinidad de recortes, ordenados en sus carpetas.  Allí guardaba valiosas copias de documentos auténticos que parten de los inicios del pueblo desde la época de Carlos Gomila en la década del ´80 en el siglo XIX hasta la historia reciente. El mundo mirado con atención pasa en sus monólogos. Lo hace íntimo cuando se dirige a don X y doña X, que encarnan a cualquier vecino, siempre les cambia el nombre, hoy serán doña Encarnación y don Pedro, mañana serán otros personajes ficticios y les imagina un menú para su cena y siempre les aconseja dar la vuelta a la manzana tres veces para conservar mejor su salud. Los memoriosos recuerdan que por las noches se decían: -“No te olvides de la caminata nocturna, como dice don Ricardo”.
En la radio comenzó con un programa de ´10, ´15 minutos llamado “Recuerdos de un tresarroyense”, luego “De todo un poco” que duraba media hora hasta que se amplió a una hora. Concluía a las 22 horas. Se espació en parte de los años ´70 y ´80.
Vida cotidiana
Siempre tenía su correspondencia al día. Son interesantes la mantenida con el historiador dorreguense Funes Derieul donde ambos dos indagan la historia regional con profundo análisis e intercambio de conocimientos. Le escribe “Una vez más, feliz 1987… . Tengo en reserva un “habanito” para obsequiárselo, cuando nos encontremos. También el amigo Arévalo de  La Perla, me hizo referencia a que tenía algún “Tabaco” para Ud…”. Jovial, a pesar de no ser una persona de sonrisa fácil.
Nadie puede negarle su amor a la tierra al leer sus profundas indagaciones.
La “gauchita” era la calle donde él vivía a la que siempre nombra, no sabemos quien la bautizó así. Fue el lugar que construyó su padre, dejándoles un seguro techo. Falleció cuando él y su hermana eran niños.
Cacho ante esa partida tuvo que salir a trabajar. Hizo de todo, trabajó en la imprenta de su padre y en la escribanía que estaba en la misma cuadra de su casa. Mucho tiempo después, graduado del viejo colegio Mitre ingresó al estudio Gatti, hasta que creó su Estudio propio.
Ya hombre grande y con familia constituida se había lanzado a la aventura de estudiar Escribanía en Córdoba y posteriormente abogacía.
Con título en mano se dedicó principalmente a la parte de sucesiones.                                                                                Su profesión no le restó tiempo para otras múltiples actividades. No se perdía el cafecito con los amigos en el viejo bar Tortoni, allí en el 140 de Colón, hasta que se corrió una cuadra cuando aquel cerró y se hizo cliente de La Perla en Colón al 200. Todas las noticias y también discusiones corrían en esas mesas que compartía a veces junto con Delfor Regot o Mario J. Pérez, Egidio Naveyra, Jorge Casinghino por nombrar a algunos según las épocas. Allí no había distingos entre peronistas o radicales, Agenor Pizarro o Juancito Guerrero muchas veces compartían las charlas.
Era un cinéfolo en Tres Arroyos o en Buenos Aires donde acudía a ver los últimos estrenos o a Les Luthiers.
Multifacético. Hasta tuvo tiempo para escribir algunos libros  y cuentos como“La última pesca” y poesías como aquel Canto que terminaba con estos versos:                                 “Y, cual brisa que arrulló tu estampa
Redobló  el galope de un corcel
En el tambor inmenso de la Pampa” (1963) 
Y aquellos escritos sobre personajes de Tres Arroyos: Mateo Mastronardi (1974); Betolaza (1966); Un maestro, don Emilio García de la Calle (1978).
Sus manuscritos son un compendio de  escritos de grandes pensadores que llaman a la reflexión y por sobre todo contienen la vida de su ciudad, su historia, su transcurrir.
El político
También batalló por esas instancias en aquellos debates azarosos del 46 al 55 donde fue concejal acompañado en los dos últimos años por sus correligionarios: Larsen, Santandreu y Mastronardi .
Fue radical de punta a punta. Desde las juventudes de los años 30 enfrentadas con Fresco y contra los habituales  fraudes hasta llegar a una Senaduría Provincial donde la caída de Frondizi lo hizo renunciar. Quiso ser Intendente y se presentó a la Interna, por la UCR del Pueblo pero le ganó su antiguo camarada Felix Larsen candidato de la UCRI.
Gran orador, acompañó en sus giras a Ricardo Balbín, que siempre lo buscaba para acompañarlos y también militó junto a dos Ricardos más: Ricardo Fuertes de Coronel Dorrego y Ricardo Rudi.
Eso sí, nunca aceptó cargos que no fueran electivos, era un demócrata y aunque recibió propuestas, a todas se negó. Siempre mostraba su antipatía hacia Francisco Franco por ejemplo y a todo enemigo del orden institucional.
Sufrió traiciones como todo hombre comprometido con su medio. Una larga e innombrable lista.
Pero don Ricardo Fernández supo sortear las piedras del camino.
Un hombre de su tierra. 
Cacho, tresarroyense de nacimiento y de alma tuvo, como vemos, intensa participación en las cuestiones ciudadanas. De todo un poco,  como titula a su programa radial. Vivió siempre en la misma casa. De allí salía para el club, el periódico, el café, el Juzgado, Claromecó y también la docencia. Dio clases de historia en el Colegio Jesús Adolescente y en el Colegio Nacional ubicado en Chacabuco 138. Sus antiguos alumnos lo recuerdan como un ameno expositor que exigía saber el Preámbulo de nuestra Constitución y por supuesto su articulado, para que, explicaba, sean en el futuro ciudadanos de verdadera vida democrática.
Viajero incansable, hurgaba en la idiosincrasia de los pueblos que visitaba, buscaba su esencia. De este modo pudo recorrer el continente, conocer in situ sus historias desconocidas y así sentir con más profundidad la Patria Grande latinoamericana que el comentaba en sus clases como buen sanmartiniano y admirador de Bolivar.

IMÁGENES
1)      Ricardo en el club de sus amores, a los 17 años, tratado como un hermano menor por Américo Bayugar, Arnaldo Sala, Perico Sequeira entre otros huracanófilos.
2)      Octubre de 1957: Tres de los cuatro Ricardos tras un acto de campaña en Micaela Cascallares. Balbín-Rudi eran candidatos a la gobernación y Ricardo a intendente de Tres Arroyos por la U.C.R del Pueblo
3)      Febrero de 1937. Capitán de la primera de Huracán y también capitán de la selección tresarroyense de Basquetbol
4)      A los 80 años. Falleció el 21 de febrero de 1993. Su herencia material solo fue su casa y su auto





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