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miércoles, 26 de febrero de 2014
domingo, 2 de febrero de 2014
El día diez
EL DÍA DIEZ
ESCRIBE STELLA MARIS GIL
Salimos del hotel con el anticipo de un día soleado.
Llegamos a Callao y Sarmiento. Al instante fuimos absorbidos
por un mundillo de gente que se arremolinaba en los cordones de las veredas de
la Avenida. Con esfuerzo nos fuimos acercando hasta Rivadavia y allí nos
instalamos. Teníamos la visión del Congreso a un lado y el paso de los
automóviles de los funcionarios e invitados enfrente nuestro.
-“Ahí pasa Felipillo (González)”, gritaba la gente.
Imaginación o realidad, la velocidad del vehículo no podía confirmar nada.
Los policías eran insultados, chivos expiatorios de los que
en las catacumbas del horror, dieron actualidad a la palabra desaparecidos.
Tomamos el subte en Corrientes que nos dejó cerca del nuevo
destino, puesto que no se podía seguir hasta la estación final.
Todos caminaban apresurados, los imitamos. Al fin llegamos a
Plaza de Mayo. Allí ya no pudimos avanzar, nuestro objetivo era ubicarnos
frente al Cabildo. Imposible. Con dificultad subimos unos escalones de la
Catedral y allí nos quedamos. Por la Avenida iban llegando grupos de
manifestantes, con sus pancartas de diferentes partidos. La muchedumbre hablaba
con alivio. Yo pensaba que faltaba la gente de las villas. Muchos de los
perdedores en las elecciones no estaban, imaginaba su desilusión, tal vez sus
dirigentes se equivocaron en las tácticas de campaña. No era el momento del
análisis.
Buenos Aires era una
fiesta y el país también.
Desde ese balcón, donde en 1810, se habló de Libertad, los
elegidos de 1983 volvieron a ratificar el
significado real de la misma. Era el mediodía.
El presidente constitucional tenía los símbolos del poder que
le había colocado el dictador saliente, Reynaldo Bignone, en una austera
ceremonia, fría y despojada de afecto.
Y la fiesta siguió.
En Plaza Italia, Floresta y en la Boca los festejos incluían
bailes populares y actuaciones de músicos y artistas de la época.
La noche se hizo día. Los bares y restaurantes se colmaron.
En uno de éstos, en la calle Uruguay, nos instalamos. El lugar se había
transformado en una gran reunión de circunstanciales amigos: brindis de mesa a
mesa, cantos, fragmentos de nuestro himno, risas y más risas. Frases tales
como: -¡Viva el macho!” ó “-Sos Gardel, Alfonsín”-
En ese momento todos militábamos en el mismo partido: el de
la República.
Los viajeros
Desde el día anterior al aeropuerto internacional de Ezeiza
iban llegando los invitados: Bettino Craxi, primer ministro italiano destacó
que “vamos a tratar de apoyar la consolidación democrática haciendo todo lo que
podamos” “(Archivo biblioteca Sarmiento) y posteriormente se reunió en su
embajada con nuestro premio Nobel, Pérez Esquivel y familiares de desaparecidos
y detenidos de origen italiano.
También arribó el presidente de Colombia, Betancur, el de
Ecuador, Hurtado quien dijo que “viene a sumarse a la fiesta democrática que
celebran los argentinos el día de mañana”. También lo hizo el comandante Daniel
Ortega por Nicaragua, aclamado a la salida del aeropuerto por jóvenes de la
Federación comunista y del Ejército Sandinista de Liberación Nicaragûense. Por
el Vaticano vino el nuncio apostólico del Brasil. El primer ministro francés
Pierre Mauroy lo primero que dijo a su llegada era que “hoy es el momento de un
nuevo encuentro entre Argentina y Francia” (archivo cit.). Los rusos estuvieron
representados por el vicepresidente del Presidium Soviet Supremo.
Los arribos a veces se superponían, lo que provocaba las corridas
del personal encargado de recibirlos. Tal fue el acceso casi simultáneo de
Felipe González, atacado de una fiebre de 40ªy del Vicepresidente de Estados
Unidos de Norteamérica George Bush con una andanada de custodios, gente de
seguridad, despliegue intenso, no vivido con la llegada de otras misiones diplomáticas.
Latinoamérica estuvo presente. A las autoridades ya nombradas
se sumaron prácticamente todos, como Belaunde Terry del Perú. Sería largo
nombrarlos, Siles Zuazo, por ejemplo,
fue el primero en ser recibido por el nuevo Presidente en horas de la tarde.
Día memorable
La República Argentina tenía la base estructural. Ahora había
que empezar a construir los escalones donde se irían desarrollando las nuevas
políticas de Estado. El sociólogo Alain Touraine piensa que “La tarea obvia es
reconstruir mediaciones, puentes entre la economía y la cultura, entre el mundo
del dinero, el mundo de la técnica, el mundo de los mercados, y por otro lado,
el mundo de las identidades, de las comunidades…”.
La Nación estaba herida
después de muchos años de autoritarismo; el miedo introducido en modo astuto en
los argentinos iba a ser difícil de superar. Desconfianzas, egoísmos. Debajo de
los cantos y de la alegría flotaban serios conflictos
Fragmento del
Preámbulo de la República Argentina
“Nos los Representantes del pueblo de la Nación
Argentina, reunidos…con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar
la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común,
promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad,
para nosotros, para nuestra
posteridad…”.
|
La extensión territorial del país, diversa, ofrecía
desniveles de pobreza y de olvido.
El concepto de “democracia” era asimilado en
sus formas, faltaba el contenido que tenía que darlo el tiempo y el esfuerzo de
los ciudadanos. Democracia no es solamente votar, es aprender a vivir
democráticamente, el pueblo que elige y sus representantes, por obra y gracia
de ese concepto, son los albañiles de la reconstrucción y avance en todos los
tiempos. La democracia era superar las barreras que la dictadura había
instaurado sabiamente en las conciencias de los ciudadanos: el orden y la
paz…pero de los cementerios. ¿Cómo borrar frases tales como “-No te metas”- o
“En algo habrá andado”.
Al día siguiente
El Día Diez iba hacia un sábado. Había que empezar a poner en
práctica la frase de campaña “con la democracia se come, se cura y se educa”,
tamaño concepto que el pueblo tenía también que ubicar en sus conciencias.
No solo decires, sino acciones nacidas en
la interioridad de cada uno a pesar de las diferencias partidarias.
Había llegado el momento en que todos entendieran “el rezo laico” como
le llamaban al recitado del Preámbulo en la tribuna de la campaña y que por suerte desde niños, en las escuelas
se repetía de memoria, lo que no quiere decir que de grandes lo interpretáramos
en su verdadera magnitud.
Siguieron los días
El día 11 el Presidente continuó recibiendo a las
delegaciones extranjeras donde fue tema general la estrategia a seguir en
Malvinas y la integración latinoamericana.
Los argentinos estaban a la espera de nuevas medidas que
trajeran soluciones.
Pero no se podía
adivinar lo que ocurriría en el futuro inmediato para esa sociedad compleja y
contradictoria, con tantos excluidos, un poder militar agazapado y muchos
civiles, para nada demócratas.
El rock nacional cantaría más libre que antes; la muchachada
entonaría bien fuerte “La marcha de la bronca”, los artistas y los
intelectuales harían sus maletas para terminar con el exilio. Ya no habría
teatros incendiados como pasó con el Picadero, Carpani volvería a recorrer sus
calles y a pintar en su país y la voz incomparable de la negra Sosa abrazaría
con sus cantos a nuestra Argentina.
Seguiría la tristeza de los que quedaron sin voz y se
perdieron sin saber dónde están.
El día DIEZ dio paso al Futuro.
Crisis
La memoria
CRISIS
Escribe Stella Maris Gil
La palabra
“crisis” está incorporada a nuestro vocabulario habitual por múltiples motivos,
económicos, sociales, polítics. Resuena a conmoción, preocupación.
Pero la
crisis de este artículo se refiere a una
revista que circuló en el país y en el extranjero convirtiéndose en un
“intento de hacer un aporte a la cultura nacional y latinoamericana desde una
perspectiva renovada y totalizadora” como escribieron sus redactores.
Su director
era tresarroyense y logró que tuviera vigencia desde mayo de 1973 a agosto de 1976. Secundado por Eduardo Galeano, autor de “Las
venas abiertas de América Latina” entre otros numerosos libros de su autoría,
que le dieron un nivel altísimo a la obra.
Y digo obra
porque ojeando las páginas de las mismas uno se nutre de las creaciones de
escritores y poetas de esa época, trascendentes y a veces olvidados, vaya a
saber porque.
Poseo toda
la colección, gracias a la constancia de Luis. Alguna vez en épocas de escasez
pretendimos venderla, menos mal que nadie nos la compró.
Fico
Así le llamaban a Federico Manuel Vogelius.
Hijo de un tandilense descendiente de dinamarqueses y una tresarroyense Teresa
Capriata. Tuvieron 4 hijos entre ellos Fico. El papá fue gerente del Molino
Americano desde 1919. Era una de esas personas que se vinculaba con las
instituciones y las impulsaba con su trabajo, por ejemplo La Previsión, el Lawn
Tenis, el Club Social.
Vivían en la
calle Betolaza, frente a la Plaza San Martín. (Datos extraidos del Álbum del
Cincuentenario de Tres Arroyos). Pero vayamos a las CRISIS.
La Revista
Salieron
cuarenta números. Por supuesto es imposible sacar a luz toda la riqueza de su
contenido.
Pero
empecemos por el principio, la N° uno. Tapa azul que variará con cada edición, muestra
su propuesta de dar espacio a las ideas, las letras, las artes. De este primer ejemplar
destaco los de la última novela (en ese tiempo) de Ernesto Sábato “Abadón el
Exterminador” donde él propio novelista se incluye como otro personaje de la
misma. Hay también
textos inéditos o desconocidos en castellano de Manuel Rojas quien se presenta
como “un escritor chileno nacido en Buenos Aires…Pero me siento más bien
latinoamericano”. Aparece Henri Miller con un ensayo publicado
por primera vez en castellano donde se refiere a Pablo Picasso y las aguas
reverberantes.
La dimensión
de la Revista es inmensa, no solo hay escritos de los más grandes escritores de
la época y también de los clásicos sino además ilustraciones de plásticos de la época. Reglón aparte para
los comics, fruto de dibujantes de otras latitudes y de las nuestras, que
graciosamente muestran el mundo de ese momento con ironía y denuncia, Kalondi,
Hermenegildo Sabat, etc.
En el número
3 Violeta Parra es cantada por Neruda
·
“Te
alabo amiga mía, compañera:
·
De
cuerda en cuerda llegas a
·
Al
firme firmamento
·
Y,
nocturna, en el cielo, tu fulgor
·
Es
la constelación de una guitarra”
En el N° cuatro
Humberto Ecco se pregunta “Que hubiera ocurrido con los grandes clásicos si
hubieran tenido que vérselas con la maquinaria editorial moderna”. Entonces
cita las obras maestras de todos los tiempos entre ellas La Odisea, La divina
comedia, la Biblia, Don Quijote, Proust, Kafka. En su trabajo, ironiza
imaginando las críticas de los editores, al recién llegado escritor con su hijo
de papel en las mano. Si fuera Cervantes tal vez le diría “Yo no querría que,
por buscar novedades a cualquier precio, comprometiéramos una linea editorial
que hasta ahora ha sido popular, moral y rediticia. Rechazar”.
En agosto de 1973 la revista pone un texto titulado “Neruda convoca”. “Desde mi retiro
de isla Negra, quiero señalar ante los intelectuales de Chile la gravedad del
minuto presente, en especial, la campaña y los preparativos que realizan manipuladores
extranjeros y chilenos, desde fuera y desde dentro de Chile para precipitarnos
en una lucha armada” y continúa. Pablo moriría ese mismo año, en septiembre,
luego de la caída de Allende.
No faltan
los comentarios de libros, Puig, Fontanarrosa, al que consideran “el más
brillante de los argentinos de la nueva generación”, o sobre músicos como Chico
Buarque.
Y qué decir
de Marti y la revelación de nuestra América a través de la mirada de Roberto
Fernández Retamar.
Diría en
lenguaje cotidiano que en la Revista hay de todo lo necesario para recrear la
década del 70´por supuesto antes del 76 y permite gozar de los creadores de la
época y también de toda la humanidad. Al mismo tiempo se deslizan entre sus
intersticios los dolores que se vivían y avecinaban pero también las esperanzas
que se ponían en las palabras y los dibujos .
CRISIS
invita a pensarnos, a recrear épocas pasadas y reinterpretarlas, a ver lo que
en el fragor de la contemporaneidad no se ve.
¡Qué bueno
sería que los jóvenes repasaran estas páginas!.
Ahí está
Héctor Tizón en la N° veintiuno entrevistado y acompañando fragmentos de su
novela inédita “Sota de bastos, caballo de espadas” y faccimil de cartas de su puño y letra.
O Haroldo
Conti a quien la editorial de la Revista
le editó su novela “Mascaró, el cazador americano” y el comentaba que “Yo estaba vacío y triste cuando un buen
día escuché de un auténtico vagabundo la increíble historia del Príncipe
Patagón…pegué un salto, ahí tenía mi próxima novela…”.
Están Juan
Gelman, Julio Cortazar, Walsh, Antonio Di Benedetto, y más y más.
Y ni que
decir la sección dedicada a la recopilación de documentos como lo son las de
enero de 1919 referidas a la Semana Trágica, por citar algunos. Un verdadero
regalo para un investigador.
Se insertan
testimonios como el referido a la guerra de Vietnam (1955-1975), donde reproduce
testimonios de soldados norteamericanos vueltos a su tierra, extraídos del
documental Hearts and Minds.
En la N°
veintisiete Jorge M. Bedoya especialista de Arte que supo dar conferencias en
la Biblioteca Sarmiento de la ciudad, bajo el título “Monumentos: el poder y la
gloria” analiza las características de
éstos como son la necesidad de permanencia y la claridad de su mensaje. Entre
los seleccionados aparece el monumento a Colón donado por los italianos. La
Revista, con respecto a este último transcribe fragmentos de una poesía de
Martínez Estrada dedicada a esta escultura:
“El monumento, el firme monumento
De Colón ante el río, mirando a la distancia
Lleno de itálica arrogancia,
Como quien suelta su locura al viento”.
En ese mismo
número se publica un texto desconocido de Jorge Luis Borges: “Montaigne, Walt
Whitman”. El diario El Territorio de
Posadas, Misiones, indica el respeto que el autor del Aleph tenía por Fico y
transcribe palabras textuales: “Mi ya larga amistad con Vogelius…es uno de los
buenos hábitos de mi vida…”.
La Revista también
editó Cuadernos de CRISIS referidos a los grandes temas y personajes americanos
:La Patria Grande; el Chacho; Artigas; Onetti…etc.etc.. Al abrirla el lector se
encontraba con reproducciones de artistas plásticos o documentos históricos.
En el número
30, de octubre de 1975, cuando la Triple A hacía estragos, la Revista publica
con el título “Ante las amenazas contra CRISIS” una página entera de firmantes
que repudian las amenazas de violencia que recibe. Leer los nombres que figuran
ahí indica la trascendencia de Crisis en todos los ámbitos del pensamiento, la
creación y también la política. Tantas adhesiones tal vez iban adelantando lo
que vendría.
No obstante
se sigue adelante.
El N° 40
Fue la
última CRISIS de fecha agosto de 1976, en pleno proceso militar.
Muchas
amenazas, acusaciones sin fundamento intelectual. Ayudaba a pensar.
En ella hay
un estudio titulado “Son intocables los dueños de la opinión pública” donde
reproduce documentos básicos de la Conferencia de San José de Costa Rica
realizada por esos días. De allí transcribe: “…los medios comerciales masivos
de comunicación están propiciando la conformidad del público con el status quo mediante mecanismos de
diversión y evasión de la realidad que tienden a adormecer la aptitud crítica
de la población…”. A partir de allí recorre las problemáticas de diversos
países apoyada en cifras, estadísticas que por si sola justifican a Mac Luhan
cuando escribió “El medio es el masaje”.
Para el
deleite están los cuentos de Tizón, Zito Lema, Galeano, Girri, Nepomuceno Kovadloff,
Rivera y los dibujos de Hermenegildo Sabat.
Como siempre
joyas históricas en este caso sobre los vendedores ambulantes y más atrás en el
tiempo textos de Fernando Aragón sobre Juan Martín de Güemas a ciento cincuenta
y cinco años de su muerte.
Se acabó
Nuestro
convecino sufrió secuestros, estuvo desaparecido, torturado y luego
blanqueado,. Una vez libre siguió el camino del exilio. Allá en París pudo
contener su cáncer hasta que en su patria volvió a reaparecer Crisis en 1986 en
épocas de Alfonsín. Fue corta esta segunda parte de la Revista.
Importante
el legado de Vogelius Algunas de las bibliotecas
públicas de la ciudad cabecera del Partido de Tres Arroyos tienen algunos
ejemplares de CRISIS.
Aparte de su
actividad empresarial , y sus estudios, era Ingeniero Agrónomo, Abogado, también
era coleccionista de obras de Arte. Su casa de San Miguel poseía parte de sus
valiosas colecciones. Allí fueron los procesistas y robaron muchas de ellas.
Pero a su ciudad natal ya le había donado,
tiempo atrás una colección de 30 obras de los más grandes plásticos del siglo
XX, que hoy lucen en el Museo de Bellas
Artes.
La casa
grande, de ventanas azules frente al mar de Claromecó guarda las voces de
muchos creadores de su generación, ahí quedan. Como dice el visitante de ella Eduardo
Galeano “En el cielo chillan las gaviotas. Sus sombras viajan delante de mi”. Por
el resto de la villa se oye el ruido de sillas que se corren luego de la última
jugada de naipes en el Club.
IMÁGENES
1) Hay varias contribuciones del poeta
chileno Pablo Neruda
2) Las historietas de Kalondi
3) Una de las coloridas tapas de CRISIS
4) El poeta Juan Gelman escribe cuando
la tragedia aun no había llegado a su vida
El viejo palacio
La memoria
El viejo palacio
Interiores III
Escribe Stella Maris Gil
Está viejo, abandonado. En
verdad todavía no cumplió los 100 años. Pero ahí está, se caen sus molduras,
sus tejas, revolotean las palomas, la decrepitud lo invade.
Y sin embargo…
Fue un hito en la ciudad,
orgulloso mostraba su arquitectura de estilo académico francés. Como dice el
tango “se paraban pa´ mirarlo”. –“¿No se acuerda Usted”?-pregunta Carlos
D´Alessandro que allí trabajó 28 años. “Los días de
fiesta patria se iluminaba toda la fachada y se embanderaba... El día antes
poníamos todas las banderas, cada balcón con su bandera argentina y también la
de la cooperación. A la noche prendían todas las luces, una hermosura. “dice quien
fuera sereno, luego ordenanza y finalmente encargado de la sección de despacho
de la documentación que enviaban a diferentes destinos. “Era el despacho de papelería, con la
cantidad de pólizas que salían, se despachaban bolsas.” (era Casa Central).
Trabajaba a la entrada de adelante, planta baja, a un costado. Yo y algunos
más por ej Ceberio, Daniel Bueno, Luisito Ferrín, Carbonetti, Thormes el de la
casa de pesca Santos. Estuve allí hasta que me descompuse y me pasaron con
Fioritti en la sección de Archivo.
¿Cómo estará adentro? Imaginemos. La puerta del costado está atrancada,
cuesta empujarla.
Entramos. El olor a humedad espanta, pero la curiosidad impide el
retroceso.
Es increíble este interior, contradice todo lo que sin duda allí sucedió
desde ese año 1920 en que se inauguró.
¿Ruinas?. La expresión duele, pero es la realidad.
Planta baja y dos pisos y arriba la cúpula.
Lo recorremos
Subir y bajar escaleras, entre el sonido de máquinas, voces y pasos.
Los que trabajaron allí, los protagonistas recuerdan: Nora Gimenez detalla cada uno de los sectores
y sus funciones correspondientes, abajo era la atención al público pero había
escritorios también; en el primer piso funcionaba todo lo que era
administración y producción. En el 2ª piso funcionaba la Gerencia…las ventanas
daban a la esquina”… “Tenemos que partir del echo de la importancia de ese
edificio y lo que debe haber sido para Tres Arroyos tener semejante
construcción cuando todo era tierra y se veían los molinos de viento a pocas
cuadras”en ese período “en la planta baja había una confitería, luego se
convirtió en lugar de atención al público y en el segundo el Club Social”.
La confitería-bar era de García y Gioncada desde donde, te o café mediante,
se miraba tras los ventanales una plaza San Martín con sus árboles en
crecimiento.
Desplazarse por el edificio era encontrarse con entrepisos, ascensores,
cocina donde se preparaban los refrigerios o meriendas para los empleados y por
sobre todo la cúpula: La estructura era toda de madera gruesa, travesaños. No
era fácil llegar a ella. Dice D ´Alessandro “Se subía por una escalera. Después
había un balcón, ahì también poníamos banderas”. Giménez agrega “era un
encofrado todo en madera, la torre de arriba, bellísima”.
Durante mucho tiempo los gerentes tenían su casa en el edificio y allí
nacieron varios tresarroyenses:“…Nací en Tres Arroyos, en La Previsión dice
González. Mi padre fue gerente y ahí nacimos todos menos el mayor. Vivíamos en
la casa de la familia de arriba, la casa del gerente. Papá venía del Banco
Comercial. Éramos 5 hermanos. Nací en 1929” y D´Alessandro acota que cuando él
comenzó a trabajar en el edificio “vivía Suarez que me parece que fue el último
que tuvo su casa en el edificio. La casa del jefe estaba en el primer piso. Se
entraba por Betolaza. Tenía ventanas hacia esa calle”.
El Club Social
En 1918 Sebastián Costa por La Previsión y Juan B. Istilart por el Club
Social de Tres Arroyos firman un contrato de locación por el cual La Previsión
debe construir un segundo piso en el edificio que actualmente levanta…destinado
a ser ocupado por las dependencias y salones del Club Social. Se instalan en
febrero de 1920 El contrato de locación
era por el término de 7 años. Recién en 1970 el Club se trasladó a su edificio
propio en Sarmiento y Pellegrini. La Cooperativa había crecido y necesitaba más
espacios. El club entrega las llaves definitivamente un 27 de julio del año
citado.
Durante ese largo período el lujoso lugar festejaba las fiestas patrias y
en especial las de fin de año, donde eran homenajeados los estudiantes que
terminaban su secundario. Primero la música salía de una victrola en las
tertulias con copa de vermuth o en los bailes con clericó. Los avances hicieron
que llegaran las orquestas como la de Bolthi o la Dixieland All Stars cuyo
representante era Máximo Ajargo hasta que se estableció por los años 63 que
tendrían que contratarse dos orquestas que tocaran solamente jazz una de ellas
y la otra solo música tìpica como fue la de Los Llaneros. De acuerdo
al contrato inicial el Club fue acondicionando el lugar con una decoración
lujosa en especial el amoblamiento para el cual se contrató a la empresa de
Julio Barzzi de Buenos Aires. Se compraron alfombras para evitar la destrucción
del parquet. En las paredes colgaban cuadros de renombrados artistas entre
ellos el de José Antonio del Río. Y ¡el piano! Marca Schomacker comprado en la
casa Breyer hnos. Fue utilizado por pianistas reconocidos en noches de
concierto.
Existían mesas de billar y casín, espacios para el juego de naipes y la
sala de esgrima en la que los socios practicaban el florete, la espada y el
sable. Estaba ubicado en un lugar llamado la Loggia al cual se accedía por una
escalera.
Dice Nora Giménez: “Yendo para atrás en el tiempo entendemos que el lujo con
su piso de roble de Eslovenia y su techo con frescos pintados en el cielo raso,
vitrales magníficos, que tiempo después fueron tapados vaya a saber por qué
corriente estética. Lugar de fiestas como la de la presentación de las
jovencitas en sociedad o los bailes de carnaval” .
Devolución
El edificio estaba inserto en las necesidades de la sociedad.
El sistema de donaciones era constante, “se seleccionaban algunas
instituciones” y se contribuía con ellas” pero “no hubo nada equivalente a los
Ranchos…en el 80 aniversario se donó un rancho a la Virgen de la Carreta y el
personal donó otro”. Llegar a los pisos superiores con las solicitudes de
pedido para diversas necesidades era constante. El edificio era un gran buzón
de recepción y en muchos casos de emisor de soluciones.
También se instaló el sistema de pasantías para los estudiantes
secundarios.
Dice Guillermo un pasante
de los años 80 que era un ir y venir de personas dentro del edificio aunque
ellos trabajaban en el anexo que se hizo por la calle Betolaza. “Éramos
empleados rasos que hacíamos tareas administrativas y nada más. Yo tenía un
escritorio y una máquina de escribir, el teléfono y papeles, papeles, sobretodo
papeles”.
“A mí me llamaba la atención el edificio viejo, la arquitectura de él y era
un ambiente que andaba mucha gente.
Era la tecnología de esa época que necesitaba papeles.
Trabajar allí era como trabajar en el Banco Comercial. Eran sinónimos de
buena paga y sinónimo de calidad.
Las pasantías empezaban alrededor del 15 de diciembre y terminaban el 15 de
marzo.. El colegio tenía un listado, nos tomaban pruebas y seleccionaban. Yo
trabaje en el año 87/88 y 88/89 dos perìodos de tres meses, cuando terminaba 3ª
y cuando terminaba 4ª.
Lo positivo de mi trabajo allí: fue mi primer trabajo, tenía 16 años, no
tuve vacaciones dos años. Aprendí la dinámica del trabajo, respetar un horario,
respetar la autoridad, poner atención para hacer las cosas bien, aprender a ser
responsable, a responder a las reglas de trabajo y a convivir en un ámbito de
trabajo.
Desolación
Me acuerdo acota D´Alessandro ¡si había movimiento en La Previsión,
señora!. Gente muy buena, Marcolongo,
Tasara, Tano, toda esa gente eran jefes. Néstor Rodríguez, una gran persona.
Estábamos tranquilos, se ganaba bien, estábamos contentos en esa época. Después
el ánimo fue cambiando.
Hasta principios de los `90 del siglo XX trabajar toda la vida en una
empresa era cosa corriente y de ahì las ceremonias que se hacían para
homenajear a los empleados decanos. Después las cosas fueron cambiando por
múltiples motivos. El edificio comenzó a crujir lentamente, en silencio. Carlos
D ´Alessandro recuerda que “Venía malhumorado del trabajo, me daba pena como se
iba terminando todo. Aún hoy me da pena. Sabíamos que ya no había movimiento que
había pasado a la Andina”. Terminaba el ´98. Se había inaugurado en el año 1920
con gran pompa.
El orgullo urbano de los tresarroyenses, está ahì, con las palomas de
siempre, tal vez, con el olor fuerte de los murciélagos, con las pizarras de
los techos que se van cayendo. Los remates liquidaron bienes más valiosos que
el dinero. ¿Y qué de las molduras de don Antonio Orfanó, los planos de Pagano.
Quedan los fierros que en la cúpula sostenían el emblema cooperativo. El
símbolo del progreso en el centro de la ciudad. ¡Qué pena!.
Es verdad, lo privado es lo privado. Habría que mirar alrededor, aquí nomás
en Latinoamérica y su Cuzco ; en los Atlantes de Tula en México; en la antigua
casa de García Marquez en Aracataca, Colombia. Son la memoria. Sin ir muy
lejos, como dice el dicho “¡aicito nomás!, la Sociedad Italiana. ¿Y?, ¿Se
puede?.
Pecado de olvido o indiferencia.
¿Será que a los viejos hay que destruirlos?
Cerramos imaginariamente la puerta.
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