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viernes, 31 de julio de 2015

GUERRAS, JOTAS Y AÑORANZAS


Ciertas cavilaciones me llevaron a acercarme, a hechos en apariencia diferentes, pero que en verdad coinciden entre sí.
Me sigue conmoviendo la Guerra Civil Española en los años 1936 a 1939. La crueldad, las confusiones, el horror. Recuerdo a mi abuela materna, inmigrante del pueblo de Valdeteja, provincia de León, Castilla la vieja, con la que conviví hasta los 18 años quien, me contaba que iniciada la década del 40, mandaba en forma periódica a sus familiares de España, encomiendas con ropa y alimentos, y que un día dejaron de llegarle sus respuestas y no supo nunca más sobre ellos.
Tengo en mis manos el emocionado discurso testimonial que una ex concejala tresarroyense y ex alumna mía expresó en una celebración del Día del Inmigrante.
Registro que el Club Español de Tres Arroyos está de festejos por sus ochenta años de existencia. Todo se concatena y me pongo a hurgar en los "llegados", los que a lo largo de diferentes épocas, se fueron estableciendo en estos lugares. 
En este caso algunos de los afectados por esa guerra entre hermanos cuyo balance final fueron 90.000 nacionales y 110.000 republicanos muertos en combate y de un millón de inválidos permanentes. Esa contienda que inmortalizó Picasso con su rabia y su prodigioso pincel en el "Guernica".
Una española en Tres Arroyos
Victoria Pilar García de Larriestra arribó a la América en 1951 junto a Lola, su madre. Se habían embarcado en el puerto de Bilbao en el barco Monte Udala. El viaje duró casi cuarenta días. Ella iba abrazada a la muñeca, que le habían regalado para que no se olvidara de su España, pero la chiquillada en medio de sus juegos se la tiraron al mar. Sin ella, pero incorporada a su memoria, siguió hacia el exilio. A su llegada las esperaba su padre, César García, que hacía algunos meses se había radicado en Tres Arroyos donde trabajaba junto a su hermano José María, titular del negocio El Cantábrico, una casa de materiales de construcción en la calle Pedro N. Carrera 225/31.
Se hospedaron en los primeros tiempos en el hotel Las Dos Marías, cuyas paredes centenarias aún se mantienen en Colón y avenida del Trabajador. Era el lugar de residencia y reunión de muchos inmigrantes, en especial españoles arribados muchas décadas atrás. Allí, mientras buscaban trabajo y residencia, tenían por costumbre realizar fiestas para rememorar con cantos y bailes peninsulares al lejano terruño y a la vez, saborear la fabada asturiana.
Aquí nacieron sus otros dos hermanos, Celso y Nélida. Los primeros tiempos fueron difíciles pero pudieron construir su propia casa y darle estudio a sus hijos. Recibida de maestra, tuvo que adquirir la ciudadanía argentina para ejercer la docencia. Al jubilarse volvió a rehacer la ciudadanía española. No había olvidado su tierra natal, el pueblo de Sotrondio en el barrio de La Venta en Asturias, ni a su abuela Consuelo, madre de 7 hijos, muchos de ellos perdidos por muertes y ausencias. Esa abuela vestida siempre de negro que se deleitaba cuando la pequeña Victoria bailaba la jota para ella.
Aunque emigró a los tres años, el paisaje de su terruño se transformó en imágenes fijas de su memoria: la casa natal, junto a la de su tía y su abuela, la última de las cuales fue partida en dos por la avalancha que produjo la autopista que se construía en el cerro donde se apoyaba la vivienda; son imborrables esos valles entre montañas y las hileras de los lugareños rumbo al trabajo en las minas.
Republicanos
Precisamente su padre era un trabajador en las minas. Su hija conserva el carnet de seguridad. Durante la guerra civil y también en los años siguientes, César García junto a uno de sus hermanos vivió tiempos tormentosos por su ideal republicano, que se oponía a la política de Franco, nombre que para sus descendientes se torna innombrable por las matanzas y furias desatadas en España.
En el diario La Voz de Asturias del 11 de julio de 1993 se lee: "El no es uno de los indianos que fueron a América a hacer dinero con el que aliviar la precaria economía de posguerra de la mayoría de los hogares españoles. Perteneciente a una familia en la que las distintas ideologías dividieron los corazones, tuvo que huir para sobrevivir... Acusado de pronunciar un mitin favorable al partido republicano, César fue condenado a muerte y su pena cambiada luego por la de 30 años de cárcel. Sucesivas ayudas de familiares pertenecientes al bando nacional transmutaron esa pena por la de 15 años, y finalmente cumplió algo más de cinco".
Salir de la cárcel con la condena cumplida no mejoró las cosas para él. "Cada vez que a alguien le daba por escribir un viva a la República le detenían a él", explica uno de sus sobrinos... "de las palizas no lo libraba nadie", y "siempre venía sangrando por la espalda".
"Ante esta situación, sus familiares deciden que ha de salir del país. Uno de sus hermanos le reclama desde Argentina, pero no puede salir de España con su nombre, por lo que utiliza la documentación de su hermano Ricardo. Decía Me teñí el pelo para parecer mayor y asemejarme a mi hermano. Mi documentación era la cartilla de racionamiento, así que dejé a mi hermano y su familia sin ella".
Cuando pudo salir de la cárcel, luego de varios atajos, estaba irreconocible por la tortura que había soportado.
El exilio lo esperaba y Tres Arroyos también. Muchos años después volvió a España como paseante, ya anciano, a visitar a su hermana Olvido y al resto de sus primos y tíos.
El horror había quedado atrás pero la memoria seguía vigente. Dice Victoria: "Hambre, pestes. Al pueblo llegaban camiones repletos de cadáveres y los pobladores se acercaban hasta el camión para reconocer a sus seres queridos".
En Tres Arroyos los republicanos fundaron su centro en la calle Colón al seiscientos, frente a la desaparecida bicicletería de Barrio. Los enfrentamientos peninsulares no repicaron, no hubo luchas, y aquí se pudo convivir y compartir actividades y diversiones. Alguna vez, la presencia de la bandera republicana en alguna de las romerías que se hacían en el parque Cazala provocó cierto resquemor, o alguna discusión acalorada, pero la cuestión no llegó a mayores ni alteró la paz lugareña.
El paño tricolor rojo, amarillo y morado con el escudo sin coronas reales habrá vuelto al desván de los recuerdos.
No se registraron enfrentamientos, como por ejemplo en la ciudad de Buenos Aires. Allí, de bar en bar en la avenida de Mayo o de vereda a vereda, las rivalidades se hacían sentir aunque no llegaban a mayores.
Muy pocos regresaron a España, se volvieron "indianos" como los denominaban en la Península. 

Los nombres
La abuela de Victoria García, Consuelo, fiel a su nombre murió en tierra española tal vez abrazada a sus recuerdos teñidos de sangre y de ausencias.
La tía llamada Olvido pudo extender sus brazos ante la llegada de su hermano César en 1993, contradiciendo su nombre, pues siempre lo recordaba.
César murió dos años después de aquel viaje allende el Atlántico, en el Tres Arroyos que le dio trabajo y familia. Lo único que no soportaba era sentir que nombraran a Francisco Franco, pues todavía le corrían por la piel huellas de la tortura. Por eso siempre se negó a volver a España, hasta con varios subterfugios, entre ellos el cobro de la indemnización por combatiente. Sus familiares lo convencieron y allá volvió, a una España muy distinta, desde el punto de vista político, a la que había dejado en su huida.
Dice Victoria que el primero que se afincó fue el tío José María García. Hubo otro hermano que se fue a la Patagonia y de él no se supo más nada. Nombra a algunos del pequeño grupo de republicanos que llegó a Tres Arroyos: Corrales, López, Uribe, Palacio...
Su hija Victoria guarda celosamente su historia y también la de su mamá Lola. Aquí encontró consuelos y casi ningún olviDO.

martes, 7 de julio de 2015

Soy Eduardo Galeano


 SOY EDUARDO GALEANO Y PIENSO  QUE MIS VENAS RESISTEN A PESAR DE LOS CORTES Y LAS PÉRDIDAS. SON FUERTES Y CREO QUE,  A PESAR DE PECAR DE SOBERBIO,  AÚN DESPUÉS DE MI MUERTE RECORRERÁN SÓLIDA TODA ESTA AMÉRICA QUE TANTO QUIERO.
YO LA PINTÉ CON PALABRAS “UNO ESCRIBE A PARTIR DE UNA NECESIDAD DE COMUNICACIÓN Y DE COMUNIÓN CON LOS DEMÁS, PARA DENUNCIAR LO QUE DUELE Y COMPARTIR LO QUE DA ALEGRÍA”… “UNO ESCRIBE, EN REALIDAD, PARA LA GENTE CON CUYA GENTE, O MALA SUERTE, UNO SE SIENTE IDENTIFICADO, LOS MALCOMIDOS, LOS MALDORMIDOS, LOS REBELDES Y LOS HUMILLADOS DE ESTA TIERRA, Y LA MAYORÍA DE ELLOS NO SABE LEER”.(del libro “Úselo y tírelo”)
Y AHÍ ME DI CUENTA DE LAS ARTIMAÑAS DEL LENGUAJE “LOS POBRES SE LLAMAN CARENTES O CARENCIADOS. LA EXPULSIÓN DE LOS NIÑOS POBRES SE LLAMA DESERCIÓN ESCOLAR. LOS CRIMINALES QUE NO SON POBRES SE LLAMAN PSICÓPATAS. LOS PAÍSES POBRES SON PAÍSES EN VÍAS DE DESARROLLO. PARA DECIR CIEGOS , SE DICE NO VIDENTES. UN NEGRO ES UN HOMBRE DE COLOR. EN LUGAR DE DICTADURA SE DICE PROCESO Y LAS TORTURAS SE LLAMAN APREMIOS ILEGALES. NO SE DICE  MUERTE, SINO DESAPARECIÓN FÍSICA. DONDE DICE LARGA Y PENOSA ENFEMEDAD DEBE LEERSE CÁNCER O SIDA; REPENTINA DOLENCIA SIGNIFICA INFARTO. LOS MUERTOS POR BOMBARDEOS YA NO SON MUERTOS: SON DAÑOS COLATERALES. NO SE DICE CAPITALISMO SINO ECONOMÍA DE MERCADO. A LA LEY DE LA CIUDAD LA LLAMAN LEY DE LA SELVA” (“El mundo visto desde una ecología latinoamericana”).
Por eso me propuse dar a cada palabra su verdadero sentido, sin ocultamientos, cuyo significado llegara a todos, se agrandaran las letras y se convirtieran en los pensamientos de aquellos defensores de ideas que abrazan a los pueblos, los atienden, los acompañan. Sobre todo a aquellos cuyas crisis los tuvieran aplastados en el marco de la incomprensión.
¡Qué mejor que una revista para volver realidad esas necesidades!.
Así salió CRISIS conteniendo todas las palabras necesarias, ni una más ni una menos.
Fue un gran esfuerzo sobre todo pecuniario, pero mi amigo tresarroyense  Fico Vogelius dio vía libre a la edición y pudo salir a la calle.
Recuerdo el año de la primera revista, mayo de 1973, ¡qué año!, varias dictaduras en Latinoamérica, a las rioplatenses nos agobiaban y en Chile todo se iba a convertir en muerte llegado setiembre.
Me imaginé una amplia avenida donde circularan escritores, poetas, científicos y ese Hermenegildo Sabat poniendo dibujos a las palabras junto a otros creadores.
El chileno Neruda me acercó sus manuscritos
Ernesto Cardenal me mando las Grabaciones de “La pipa sagrada”:
“Cosas que ya sólo Alce Negro sabía
Y ha querido que se graben
Lo aprendido de Cabeza de Alce
Otro anciano de la tribu…Trasmitirlo
A los nuevos muchachos
Los conocimientos de la pipa sagrada.
Se llama de la paz, pero ahora
No hay paz en el mundo”dice Alce Negro
Ni aun entre vecinos, y según
Me han dicho desde hace mucho no hay paz en el mundo”.
La pipa pasa en círculo…
Tiempo después Pichón Riviere me entregó para publicar una entrevista que le hizo a Bioy Casares en la que decía: “La sensación que siempre he tenido es que uno no sabe lo que quiere. Algunos se enteran en el camino, yo más bien después. Generalmente se aprecian las cosas cuando se las pierde. Lo patético no saber realmente lo que pasa. Es triste para todos. Somos como arrastrados por una corriente”.
Me di el gusto de hacerle un reportaje imaginario a Inodoro Pereyra, el renegáu, de mi amigo argentino Fontanarrosa. Aquí va:
“¿Conoció a Martín Fierro?
-Me leyeron algo sobre él. Una nota o un riportaje muy largo que le hacía un tal Hernández, letrau el hombre . Todo en versitos, con palabras que pesaban; una preciosidá era eso”.
Edité los fragmentos sociopolíticos de Houari Boumedienne lo que me permitió  conocer a los narradores y poetas del África. Sus palabras merodearon mi cabeza: negritud y liberación, arte y negritud, la política colonial francesa y sus militares.
Me permití pedir a Osvaldo Bayer su parecer acerca de la Patagonia rebelde cuya investigación sobre los fusilamientos pasaron a un libro y de ahí al cine.
Me decía: “Estoy sumamente satisfecho. Sobre todo por esto: quedó esclarecido para siempre el hecho más escondido de la historia del proletariado argentino de este siglo”.
Se explayó mucho e incluso me facilitó fotografías de la época. Todo fue a Crisis.
Por mi imaginada avenida pasaron Neruda, Tomás Mann, Cortázar, Pavese, Tizón, Pavlosky; los cuentistas brasileños; poetas y más poetas; y los artistas indispensables para mostrar una época. Larga sería la lista de personalidades. Estaban también los que opinaban sobre la economía argentina o sobre los temores en 1975 de una guerra en el Cono sur. Lo puse a José Ingenieros, cuando  se preguntaba “¿los blancos siempre ganan?”.
Crisis, como todas las palabras verdaderas hizo crisis, pero ahí las tengo guardadas una encima de la otra, para referente de mi América, parecen gigantes junto a mis pequeñas libretitas, ayuda memorias, siempre conmigo, para no perder lo que mi cerebro me enviaba en diferentes instantes.
Las abrazo con mi nostalgia como a otros diarios Época y Marcha que me permitía todas las semanas comunicarme con los uruguayos.
En mis libros cada  palabra encierra un significado en este caso la desmemoria: “Estoy leyendo una novela de Lousie Erdrich.
A cierta altura, un bisabuelo encuentra a su bisnieto. El bisabuelo está completamente chocho (sus pensamientos tienen el color del agua) y sonríe con la misma beatífica sonrisa de su bisnieto recién nacido. El bisabuelo es feliz porque ha perdido la memoria que tenía. El bisnieto es feliz porque no tiene, todavía, ninguna memoria.
He aquí , pienso, la felicidad perfecta. Yo no la quiero” (del El libro de los abrazos”).
Me llama la atención, ya que estoy con los niños,  costumbres como lo es velar al angelito. Costumbre del NOA “Una boca menos en tierra, en el cielo un ángel más: la muerte se bebe y se baila, desde el primer canto del gallo, con largos tragos de aloja y chicha y al son del bombo y la guitarra. Mientras los bailantes giran y zapatean, se van pasando al niño de brazo en brazo. Cuando el niño ha sido bien mecido y festejado, rompen todos a cantar para que empiece su vuelo al Paraíso. Allá va el viajerito, vestido con sus mejores galas, mientras crece la canción. Y le dicen adiós encendiendo cohetes, con mucho cuidado de no quemarle las alas”.(Libro memorias del fuego III).
Me ronda la  palabra: madre, al pensar en el niño muerto, y de allí  viene a mi mente la otra palabra:  mujer, que abarca a esas que he conocido a lo largo de la historia. Yo saqué del anonimato a través de la palabra a muchas mujeres Es el caso de Alfonsina “cuando hace años llegó a Buenos Aires desde provincias…traía unos viejos zapatos de tacones torcidos y en el vientre un hijo sin padre legal. En esta ciudad trabajó en lo que hubiera; y robaba formularios del telégrafo para escribir sus tristezas. Mientras pulía las palabras, verso a verso, noche a noche, cruzaba los dedos y besaba las barajas que anunciaban viajes y herencias y amores”. (del libro Memorias del fuego III)
Otras lucharon la vida sin palabras pero con bravura en el México de la revolución “la historia recuerda a los jefes revolucionarios, Zapata, Villa y otros machos, machos. Las mujeres que en silencio vivieron, al olvido se fueron.
Juana Ramona, la Tigresa, que tomó varias ciudades por asalto…Encarnación Mares, que se cortó las trenzas y llegó a subteniente escondiéndose bajo el ala del sombrerote, para que no se me vea la mujer en los ojos” (del libro Los hijos de los días).
En un momento de mi vida mi mirada miró allende los mares y en ella siguió vibradora la palabra mujer y Napoleón y su Código. En él “las mujeres casadas fueron privadas de derechos, como los niños, los criminales y los débiles mentales. Ellas debían obediencia al marido. Estaban obligadas a seguirlos dondequiera que fuese…El marido se podía divorciar por adulterio de la esposa. La esposa sólo se podía divorciar si el entusiasta había acostado a su amante en el lecho conyugal…” (Del libro Espejos).
En uno de mis libros escribí y lo reafirmo que “la palabra es un arma, y puede ser usada para bien o para mal: la culpa del crimen nunca es del cuchillo”
Por eso con todo amor a mi tierra americana traté de suturar sus venas con palabras verdaderas reflejo de inequidades como las que siguen entre miles de miles:
“El nordeste de Brasil es en la actualidad, la región más subdesarrollada del hemisferio occidental. Gigantesco campo de concentración para treinta millones de personas, padece hoy la herencia del monocultivo del azúcar. De su tierra brotó el negocio más lucrativo de la economía agrícola en América Latina (Del libro “Las venas abiertas de América Latina”).
Siguen las muchas palabras para tantas injusticias. Gran trabajo me produjo rastrear ese inmenso organismo vital que es la América. Por tanto me instalé frente a mi mesa de trabajo, y en los bares de los lugares que recorría, o busqué en los archivos las verdades que nunca habían sido reveladas, o hablaba con mis paisanos o me sentaba tras las vidrieras del “Brasilero” e iba poniendo palabras dictadas por todo lo que ví, viví y sentí.
Después me quedé tranquilo y soporté con paciencia los dos exilios provocados por mis verdades. “No me arrepiento ni de una palabra; y se que “Las venas abiertas” no ha mentido ni disparateado, y que ha servido y sirve para mostrar que no hay en este mundo ninguna riqueza que sea inocente y para mostrar cómo el subdesarrollo no es una etapa hacia el desarrollo, sino la consecuencia histórica del desarrollo ajeno”.(del libro Días y noches de amor y de guerra).
¡A cuántas palabras más tendré que recurrir para que se entienda mi cosmovisión!.
Con repasar los anaqueles de las bibliotecas, y leer y pensar los libros que hay en ellas será suficiente.
Gracias por hacerlo.

Eduardo Galeano

Mirada de poeta

MIRADA DE POETA
Escribe Stella Maris Gil
Mirar el pasado desde la rima es también hacer historia.
Los paisajes, las costumbres, el devenir cotidiano es recreado con mucha profundidad por los poetas,  que a veces rescatan secretos que a simple vista no vemos.
El poeta escribe desde su inspiración.
 Nos muestran aspectos de nuestra realidad  nos devuelven bellezas que ignoramos.
Son muchos los que le han escrito a esta tierra tresarroyense, por eso la selección es arbitraria e injusta, pero se debe a que no nos alcanzarían las páginas de un libro para transcribir las múltiples creaciones que existen.
Queda para vuestro goce o fastidio por las lógicas ausencias, algunos versos.
En junio de 1984, José Araujo, tresarroyense  residente en Carlos Paz envió un poema  para la audición radial “De todo un poco” dirigida por el doctor Fernández:
Avenida Moreno
Por  tus extremos andan vigilando la historia
Un antiguo palacio, la libertad invicta.
Encuadernan diez cuadras de viejas letanías
Con ecos reservados en el mejor bolsillo.
Te recuerdo con ramblas y techos de pizarra
Y he visto por tus venas transitar la República
En ardientes mitines bajo las arboledas.
Por las anchas veredas ingresaban tus hijos
A la casona grande donde el viejo maestro
Se cambiaba saludos con doña pampa rosa,
Porque Orfanó les puso miradas a los bronces
Te anduve muchos años por una cuadra u otra
Detenido en un cuadro, escuchando a un caudillo,
Caminando el noviazgo, compartiendo unos tragos
Allí, por los castillos expuestos con orgullo
Porque te enseñaron para lucir recuerdos
Yo se que te quitaron tu nervadura al centro
Para que seas más ancha con asfalto y semáforos.
No obstante seguís siendo mi avenida Moreno.
Cuando vaya a tu encuentro me pararé en tus hombros
Para ofrecer mis manos desde un extremo al otro
Y en una noche de ésas, con mis ganas llegando,
Te cantaré mis versos en un banco del medio.

Don José “Pepe” Carrera fue entre otras múltiples tareas, Presidente del Banco Comercial y de la Liga del Comercio y la Industria. Gestor de la Fundación Banco Comercial, que impulsó las artes en la región y promovió las actividades del Museo de Bellas Artes. Un hombre de actividad incesante.
En 1965 publica su libro “Voces de la llanura”. En el prólogo indica “Fueron mis llanuras, en las que nací y vivo, con su imponente grandeza, con su maravillosa serenidad, con esa inmensidad de horizontes que hacen palpitar el corazón en la sublime sensación de libertad plena, y la noble sencillez de sus gentes, sus hábitos de trabajo, sus tradiciones y costumbres, las que pusieron vibraciones en mi alma y emoción en mi sentir para dar voz a mi pensamiento”.
MADRE TIERRA
Bajo la caricia doliente de la reja
Palpita la virginidad de la llanura,
Y es expresión de boca abierta al beso,
El desgarrado suelo en su negrura.

Con suavidad amorosa da la semilla
La mano labradora encallecida,
Y el agua y el sol son esperanzas
Para ver la llanura florecida.

Luego gesta la fuerza de la tierra
En su pródiga entraña amor de madre;
Y es alumbramiento de armonías
La rubia bendición de los trigales

Así muestra el campo tresarroyense que él siente.
Cada poesía va acompañada, en su libro, por ilustraciones de pintores de la talla de Héctor Basaldúa, Santiago Cogorno, Vicente  Forte, Presas, Raúl Soldi, etc.. Imagen y poesía para cantarle a su patria chica.
Una prosa que es casi poesía la escribió Marta Vega de Bonifacio en el diario La Voz del Pueblo del 24 de abril de 2004, donde le da presencia a la protagonista de uno de los concursos de pesca más acreditados de nuestra costa atlántica en sus tres balnearios
“La oscuridad no era problema, al contrario, la ocultaba…Se sentía fresca, liviana…Era placentera su vida, en un lugar tan agradable, con alimentos a su alcance y toda la libertad del mundo.
De pronto esta tranquilidad se vio turbada por sonidos extraños, sonidos como ondas expansivas que la alcanzaban y la agitaban.
Notó a su alrededor algo indefinido. Vio elementos extraños que se acercaban a ella hasta casi tocarla.
Acercarse fue su perdición. Sintió un dolor intenso. Sacudió su cuerpo desesperadamente, quiso alejarse y no pudo.
Se sintió elevada velozmente y el temblor se acentuó. ¿Hacia dónde la llevaban?. Algo grave le estaba pasando, algo tan grave como perder la vida.
Sus ojos siempre abiertos, espantados, vieron muchos pies a su alrededor. ¡Eran hombres!. Nunca los había visto tan cerca.
-¡Hermosa! Decían
-¡Y qué peso!
-¿Será nuestro día de suerte?.
Su corazón estallaba pero alcanzó ver como la colgaban de unos caños semejantes a un perchero.
Sus ojos se nublaban, ya no veía. Se consumía en estertores.
Como viniendo de muy lejos, mientras su vida se escurría escuchó: -¡con esa corvina seguro ganamos el concurso!.”
José Piro “escultor, pensador y militante por las causas populares” en 2006 publica su libro “Un hombre libre”. De allí extraigo un fragmento del poema que escribió en 1972 en conmemoración de los 70 años del diario de Tres Arroyos.
“La Voz del Pueblo”.
“…Setenta años de historia buena.
Setenta años de historia mala
Setenta años de zigzagueo de nuestra marcha.
¡Cómo no van a caber los recuerdos grandes
Los recuerdos chicos!.
Los Sacco y Vanzzetis, mártires.
Los Rosenbergs, mártires”.
El mundo pasa por el poema de Piro que concluye así:
“¡Salud tiempos buenos! Salud!
Salud, Bianchi.
Salud, Valle.
Salud, Franzozi, Salud!
¡Salud trabajadores, héroes anónimos
De la gran gesta”…
“¡El mundo es vuestro, ya!
Salud Petrini.
Salud,
Bernasconi, salud
Pérez, Salud
¡Salud “La Voz del Pueblo”
¡Salud Greco!
Gran maestro de la pluma y la verdad,
Austero y fecundo en este siglo de esperanzas…”
“Setenta años prolongando la nueva aurora
De Tres Arroyos y del mundo
Viene asomando, roja, ardiente
Justa y vibrante
“La Voz del Pueblo” ¡Salud!”

Héctor Daniel Izurieta en su libro “Desde los surcos y el viento” editado en 1983, recorre el paisaje y la vida del Sudeste bonaerense.
Las casitas de Broilo R.P.” (fragmento)

“Mostrando tras la ciudad
Con humildad su grandeza
Se alza lo que a la pobreza
Pone un bálsamo bendito.
Me refiero a los Ranchitos
De la Virgen de Luján
Y a ese humanitario plan
De dar un techo gratuito
Hasta crecer los hijitos
Y puedan ganarse el pan

No son  ningún rascacielos
Sí viviendas decorosas
Son la ayuda generosa
De la familia pudiente
Son la vocación ardiente
De un cura que pedalea
Mientras reúne planea
Lo de una vivienda más
Bandera de amor y paz
Que en el suburbio flamea.

Cuentan que en noche de amigos
A los naipes se trenzaron
Por un billete jugaron
Que dos debían pagar;
Pero los cuatro a cobrar
Si aquel salía premiado
Quedando allí aclarado
(ponencia de un sueño ancho)
La mitad para los ranchos
Si salían agraciados.

Y vino la suerte linda
Y salió como en los cuentos
Con un millón novecientos
Y algunos pesitos más,
Ninguno se echó atrás
o donaron sin más leyes
Y Broilo, el día de Reyes
Abrió cinco ranchos más.
Ahí están por donaciones
Del animoso y pudiente
Sirviendo siempre de puente
La mano del religioso;
Del aporte generoso
No se pierde una hilachita…”

 Y siguen los creadores generando belleza con el patrimonio tangible e intangible de la región, lo que somos, lo que soñamos, lo que deseamos, lo que vivimos.
Las escritos de tantos escritores, reflejando sus quehaceres cotidianos, como la maestra Elba Tancredi de Ochandio que a raíz del centenario de la escuela N°3 en agosto de 1987,”escribía:
100 años (fragmento)
“Y vuelvo atrás en el tiempo,
Cuando yo era tu alumna,
Y se agolpa la nostalgia
Y la garganta se aprieta…”
Y se hacen trizas las lágrimas…
…recuerdo al buen Resentera
Que en su cuartito de chapa
Guardaba mapas y tizas
Y la tinta preparaba…”
“…Y tus recuerdos soleados
Con manchas y con rayuelas
Con estribillos y rondas
Que desbordaban la vida
En bulliciosa armonía…”                                
Ángela R.Scalella de Parisi en su libro “Manos vacías” editado en 1969 pinta personajes que muchas veces no vemos en su dimensión pero están:
Las enfermeras
“Ahí están…
Cuidando al moribundo,
Al ciego, al gemebundo
Con mano maternal.

Como rosas blancas,
Ante las camas se abren,
Recorriendo hospitales;
Aligerando sábanas.

…Y no importa si llega,
El pestilente leproso:
Para él, sus mismos ojos;
Para él su misma venda!

Sangran las heridas,
Pulula la llaga,
Que sus manos lavan.
¡Mujeres sufridas!

Al rico y al pobre,
Escanciando dolores
Con ternura sin nombre,

Amantes se dan:
Ya en nuestros pechos tienen,
La gracia de un altar.”


Irma Othar, legisladora, militante de los derechos sociales, en su libro “Reencuentro”, nos muestra historias que se repiten, el barrio y la pobreza:
“Nueve años”
“Yo tenía nueve años
Mi ilusión era jugar
Pero interrumpió mi sueño
La miseria de mi hogar

Y muy pronto de niñera
Salí al mundo a trabajar
Y consolaba mi sueño
Viendo a otras niñas jugar”


Los poetas tresarroyenses siguen y seguirán trayendo a la memoria, este mundo compartido.

Un tresarroyense llamado Pedro

28.06.2015 : 
        

Escribe Stella Maris Gil
Había nacido en 1936 en el campo tresarroyense ubicado en el Cuartel VII. Trabajó con su padre y sus hermanas. Simultáneamente las actividades comunitarias le fueron interesando y pasó a comprometerse con ellas. Así decidió su destino.
Vivió en el momento de más alto auge cooperativista, sobre todo cuando Tres Arroyos era uno de los centros del país más destacados en esa doctrina. Aquí -dice el diario La Hora de 1958- "se formaron cooperativas agrícolas y ganaderas, de consumo e industriales, eléctricas y de transportes, de tamberos y horticultores, extendiéndose de la ciudad a la campaña...". Muchas de ellas tuvieron auge en los '60 y '70, algunas perduran, otras desaparecieron a través del tiempo.
En sus 77 años de vida absolvió todos los vientos suaves o tormentosos que lo llevaron a justificar su deseo de ser productor agropecuario y a trabajar por el movimiento cooperativo.
Su padre era socio de la Cooperativa Agraria, donde comercializaba la producción de su propiedad, por tanto el muchacho de 14 años se asoció por pertenecer a ella y allí empezó a entender el significado del postulado "todos para uno, uno para todos".
A los 23 años ya era secretario de la Juventud Agraria Cooperativista de Tres Arroyos y a continuación presidente de la misma entre 1962 y 1968, como también en el Consejo Central de Juventudes Agrarias Cooperativista de ACA.
Más adelante fue elegido, como representante de la Juventud,  para integrar el Consejo Asesor de la Agencia de Extensión del INTA, ubicada en la calle Maipú 156 y la Comisión Asesora Regional Juvenil Zona Tres Arroyos.
Esos movimientos juveniles agrarios tuvieron origen en la República Argentina en 1944 y crecieron junto con sus integrantes, marcaron a los jóvenes de la época, los capacitaron y generaron futuros líderes de la cooperación de los cuales Pedro Alonso fue referente.
Tiempo después, dentro de la empresa familiar, se asoció a la Sociedad Rural y en 1970 en forma personal, como también a la Agrícola Ganadera de Tres Arroyos S.A.
Fue cumpliendo sus años en un trajinar constante; no era hombre de figuración más bien de fuerte militancia y compromiso por las instituciones en donde participaba, como lo atestiguan los que trabajaron con él.
Siguió a su padre como socio de La Previsión Cooperativa de Seguros Limitada y en forma personal durante muchos años, desde 1969 hasta 1988, donde ocupó varios cargos y en especial la presidencia.
Una asamblea extraordinaria de La Previsión "decidió -dejó escrito el mismo Alonso- mi expulsión de asociado y el cese de cargos en el Consejo de Administración". Tiempo después estas situaciones se aclararon, pero ya Pedro circulaba por otros caminos institucionales sin descartar la siembra y la cosecha de sus campos y la cría de hacienda.
Estando todavía en La Previsión integró en representación de ella, el Consejo Asesor Regional N° 8 -Zona Tres Arroyos- de la Asociación de Cooperativas Argentinas y la Asociación Cooperadora Chacra Experimental de Barrow. En esta última ocupó varios cargos e incluso el de presidente hasta que renunció en 1988. Sin embargo siguió yendo a la Chacra, a colaborar, a sugerir ideas fruto de su ya larga experiencia.
Pedro Corries dice de él: "Era un tipo muy prudente... apoyó la investigación en la Chacra de Barrow... Vivió gran parte de su vida en el campo y allí lo encontrábamos para hacerle firmar los papeles de la cooperadora" y agrega: "su postura no era solamente estar, era alguien que trabajaba, asistía a las reuniones, sabía qué es lo que pasaba, era sumamente cuidadoso con la rendición de cuentas, los balances...".
En la memoria y estados contables de diciembre de 2013 se hace referencia a él con motivo de su fallecimiento. "El 12 de febrero hemos tenido que lamentar la desaparición física de Pedro Fernando Alonso, quien presidió nuestra entidad desde el año 1978 al 1988 y que en base a sus méritos, se le otorgó la categoría de socio honorario".
Debemos destacar que Pedro, a pesar de haber dejado de pertenecer a la comisión, siempre estuvo acompañado a la entidad, ya sea en reuniones con ideas y durante las asambleas. Quienes fuimos favorecidos con el beneficio de haber compartido momentos de vida, tuvimos la suerte de conocer un buen amigo y una gran persona".

La Fiesta del Trigo
Aquí lo tenemos nuevamente a Pedro en una actividad que ocupó su vida por muchos años, desde un lunes de abril de 1972 donde ingresó como vicepresidente hasta la Fiesta número 31 en el año 2000, con algunos interregnos y colaboraciones como moderador en la Mesa Redonda que se hacía año a año, donde demostraba su habilidad en el manejo de grupos y en la política gremial agraria. Él se lamentaba que esos foros no siguieran repitiéndose. Manifestaba la pérdida de aquellos momentos en que llegaban altos funcionarios de gobierno a recibir los reclamos de los agrarios, someterlos a debate y dar respuesta a sus inquietudes.
En su paso por la Fiesta se lo recuerda como un trabajador incansable, siempre presente, deseoso de que esa celebración de homenaje al hombre de campo y a su producción se convirtiera en ícono de la ciudad. La dirigió cuando se hacía en el centro de Tres Arroyos. Siempre recordaba en especial a una de ellas, al decir de Nora Giménez, fue "cuando la exposición industrial se extendió desde la plaza San Martín hasta la estatua de la Libertad. Estaba toda la avenida Moreno con las maquinarias y la muestra industrial. Diez o doce cuadras de exposición".
En los discursos de clausura de las fiestas se evidenciaban sus dotes de orador, vibrante, con tono seguro, recalcando la labor del agropecuario y el trabajo de las sucesivas comisiones directivas que estaban conformadas por representantes de diversas instituciones. Dice Gimenéz, quien trabajó en varias ediciones, que "era como un orador muy categórico, casi como si dijera un discurso político, sin arengar, pero con mucha firmeza".

Así fue
Pedro Fernando Alonso fue un verdadero dirigente. Por eso mismo trato que no queden en el olvido esos tresarroyenses valiosos que se tuvieron y que por suerte siguen renovándose en los jóvenes de ahora, en otras circunstancias, por supuesto. Sus coetáneos recalcan que su sentido comunitario y solidario (por algo fue cooperativista) "hacía que en ocasiones postergara la atención de sus ocupaciones particulares para acudir a solucionar los problemas de las instituciones en donde participaba".
Sin duda, como todo ser humano tuvo sus errores y debilidades. Aquí viene a cuento esa frase "quien esté libre de pecados que arroje la primera piedra".
Las voces del terruño donde vivió nos dicen de él que "era activo, una persona conciliadora, dejaba hacer pero aportaba sus conocimientos y guiaba, siempre se llegaba a buenos términos en las discusiones, no era un tipo irritable"... "era ordenador, te dejaba trabajar, pero a su vez trataba de armar las cosas a su manera", "era respetuoso de las ideas de los demás"; "era una persona tremendamente modesta"... "netamente cooperativista".
En esa atmósfera de cooperativismo vivió y murió sin querer acumular fortunas. Anduvo años con su Ford viejo, modelo 38 ó 37 color oscuro. Dice Corries "a veces no le arrancaba, iba a la Chacra (De Barrow con él). Para hacerlo arrancar le daba manija... En el año 75/76 hizo una venta importante de lana y se compró un Falcon y una camioneta, los dos a la vez, cero kilómetro, sorprendente su acción y es lo que tuvo hasta el fin de sus días, no lo cambió más...".
Por los testimonios que he recibido a veces viene a mi memoria el cuento de Borges, "Funes el memorioso" en él se lee "No lo había escrito, porque lo pensado una sola vez ya no podía borrársele".
Porque Pedro era realmente un hombre memorioso. Nora expresa que "retenía fechas exactas, qué había pasado a su alrededor, hasta los días de la semana en que ocurrieron, en qué lugar de tal archivo está el acta de tal fecha. De cualquier acontecimiento podía recordar todos los detalles".
Se le podría preguntar ¿Qué es ser cooperativista Pedro?, y él desde un reportaje del año 1996 en La Voz del Pueblo contesta: "Ser cooperativista es ser un engranaje en un todo, desde el lugar que uno elija, como asociado, como dirigente. Uno debe sentir que en todo momento se está luchando en equipo por algo que le pertenece. Es una filosofía de vida".

miércoles, 25 de febrero de 2015

La playa



 MEMORIA
22.02.2015 : ESCRIBE STELLA MARIS GIL 
        

EL FARO EN CUSTODIA. (COLECCIÓN MUSEO MULAZZI)

Frente al mar la mirada gira de un lado hacia el otro de la costa. Es el atardecer, el sol se va ocultando y la costa verdosa, bordada de dunas, oculta un bosque que tras de ella se vislumbra.
No queda más remedio que subir por el camino de la bajada de los pescadores y adentrarnos en un paraíso de árboles. Es Dunamar, bordeado por el arroyo Claromecó y por un inmenso bosque rico en variedad de árboles plantados por el pionero Ernesto Gesell, su yerno Fangauf y algunos lugareños. Bueno es pasar la noche en tamaño lugar.
A lo lejos, hacia el lado contrario una luz intermitente, como si estuviera flotando en el espacio oscuro indica la existencia del Faro.
Allá iremos al amanecer.
Mucho se ha escrito sobre él, tiene su historia completa, con muchas vidas que lo han custodiado.
Allí estuvieron varias generaciones de marinos en constante atención.
Para llegar arriba hay que transitar una escalera de caracol de 278 escalones. La imagen que se ve desde abajo es la de un perfecto molusco. Una vez en la plataforma la mirada vaga por el inmenso mar, como diría Borges "poblado de sirenas y endriagos" y al fondo el horizonte pareciera que se tragara el mar. Adónde iríamos si iniciáramos un viaje en línea recta, pasaríamos por el sur del continente africano. Nada nos detendría, nuestra latitud también está por debajo de Australia y tal vez chocaríamos con Nueva Zelandia. Solo imaginación que navega sobre el agua en un viaje alrededor del mundo.
Pero el Faro sigue erguido con sus 54 metros de altura. Recordando épocas en que no había satélites para guiar la navegación. Aún así sigue prestando los servicios para la seguridad marítima.
Es administrado por el Servicio Hidrográfico de Balizamiento de la Armada Argentina. A través del tiempo se fueron sucediendo marinos que se ocupan del mantenimiento y funcionamiento.
Junto al cargo militar de marinero, cabos, suboficiales tienen formación como torreros.
La venida de ellos, oriundos de diversos lugares del país, "enganchados" en la Marina, provocó la instalación de nuevas familias en ese Claromecó que iba en crecimiento. Varios encontraron el amor en estas tierras y aquí se casaron.
Torreros
Agapito Mariezcurrena era hijo de uno de esos marinos. Su padre había nacido en 1900. Recuerda: "Yo iba a hacer las guardias con papá en el año 40 y pico. Vino de general Madariaga como cabo torrero, cuidan las torres que siempre custodiaron el mar, tenía señales para los barcos. Mi padre trabajó allí hasta que se jubiló. Llegó a Claromecó el 21 de febrero de 1946, yo era un borrego, tenía 14 años". Cuenta que su mamá se quedó con lo hijos en Quequén hasta que consiguieron una casita. "Papá nos fue a buscar con un camión, trajo los muebles y a nosotros".
Poco contaba de su trabajo, de las guardias rigurosas. "Papá era muy reservado". Lo acompañábamos todo el día, veíamos cómo se sacaban fotos en la portada del faro, jugábamos en los jardines y en la quinta que trabajaban los marineros, dábamos vueltas en bicicleta. Eso podían hacerlo cuando no tenían que ir a la Escuela 11 donde los esperaba la señorita maestra Pepita Navarro Vega. 
Otro torrero llegado de Cosquín, fue destinado también a trabajar en el Faro luego de hacer los cursos correspondientes en Buenos aires. Zoilo García se quedó definitivamente en Tres Arroyos, y a él también el amor lo anudó a una muchacha tresarroyense con quien se casó y tuvo dos hijos. Precisamente el varón de ellos tiene un recuerdo imborrable del trabajo de su padre, en principio como marinero y después como cabo.
Hay que cuidar al gigante
Por los años 90 el faro se veía descascarado. Las nuevas autoridades municipales pusieron manos a la obra y en 1995 lograron la donación de la pintura específica para ese tipo de superficies, donada por la firma Alcántara. El espectáculo lo daban los tanquecitos con los pintores adentro que iban subiendo o bajando para que los círculos quedaran prolijos. Con su nuevo ropaje continuó sin interrupción el foco de 1000 wats de potencia dando luz por las noches. Alguna vez se rompió y solamente el inmigrante austríaco Basilio Bancur, residente en Dunamar, pudo arreglarlo y así superado el problema pudo seguir la tarea de guía de los barcos que por el Atlántico siempre navegan.
Otra vez en superficie nos encontramos con el esqueleto de una ballena. Había sido encontrada muerta en 1991 en el Segundo Salto.
En una entrevista que el diario La Voz del Pueblo con fecha 14 de enero de 1999, le hizo al biólogo Gabriel Francia, contó los pasos que hubo que realizar para la recuperación del esqueleto. "Se trabajó un mes y medio en la playa cuando el mar en bajante lo permitía ya que estaba algo enterrada. Fue un trabajo en equipo", aseguró. Ese grupo lo integraron Rodolfo Fangauf, Alberto Borelli, Chichín Iriart, Adrián y Alberto Bruno, Luis Iturricastillo, el mismo Francia, con colaboradores intermitentes en diversas jornadas de varios vecinos, y también una valiosa colaboración, ya que los alumnos del Instituto Secundario durante varios años limpiaron cada pieza.
De vuelta
Mientras vamos caminando por la playa las reflexiones llegan. El gigante necesita algo más que la visita o la fotografía: es un sitio de memoria. El faro tiene que ver con la identidad de la población donde se yergue. Necesario es que los vecinos se reconozcan en ese sitio junto con las instituciones y logren que sea ordenado Patrimonio Histórico. Es de ellos, es parte de su historia.
La caminata sigue olorosa a sal, sacudida por las ráfagas implacables. La arena que pisamos quema un poco la planta de los pies. Sabemos que sobre ellas se construyeron las famosas casitas de la playa. "Las casas de abajo", como les decían, eran de madera, algunas con placas prensadas, construidas sobre palafitos, para que el agua pase por debajo de ellas mientras la marea subía. Los veraneantes tenían el mar para ellos, sacaban las sillas a la galería y allí contemplaban la inmensidad, mientras las gaviotas merodeaban tranquilas. Por las noches se reunían para jugar a la lotería hasta que el primer aviso de la Cooperativa Eléctrica indicaba que en pocos minutos se cortaba el suministro de energía eléctrica hasta el próximo día.
También por esas playas hubo hoteles como el llamado Brisas, y mucho más atrás en el tiempo el perteneciente a la familia Fernández Molina. Todo existe en el recuerdo de algunos memoriosos.
Llegamos de nuevo a la orilla del arroyo Claromecó. Del otro lado las casas nuevas del barrio Los Troncos van cubriendo el médano.
Pensar que los pocos habitantes de Dunamar en la década del '40 y sucesivas, debían pasar en botecitos por el arroyo hasta que se hizo el primer puente que luego se llevó la inundación. Decía Carlos Bancur: "Antes se manejaba todo por la desembocadura del arroyo, pero era muy complicado, arriesgado y supeditado a los horarios de las mareas y las crecientes".
Hoy reconstruido como puente peatonal facilita el pasaje mientras que el puente Ernesto Gesell sobre la avenida Córdoba, inaugurado en 1982, permite el tránsito cada vez más intenso.
Pero en tiempos pasados no fue así. Soledades, silencios, aridez. Luego el médano se transformó por la mano del hombre y de un visionario como Ernesto Gesell. (Ver cap. Vida las vidas en el libro de mi autoría: "Entre los Tres Arroyos"). Las callecitas se fueron entoscando. Hubo que cerrar con alambre para que no entraran las haciendas de los campos vecinos. Los animales llegaban hasta los médanos y cruzaban a la playa y al arroyo .
Los primeros lotes fueron vendidos en Buenos Aires, y comenzaron a construirse algunas viviendas. Decía Bancur: "Todavía están algunas de las primeras casas de material frente al barrio Los Troncos. Entre ellas la de Gesell. Hay una casita de techo de tejas, pintada de azul, la otra está del otro lado, es igualita, como si fueran calcadas". Fueron vendidos esos terrenos por don Ernesto ante los problemas económicos que generaba tanta inversión en el lugar.
Planta por planta las dunas se fueron fijando y se hicieron bosque, tamariscos, pinos, acacias y mucho más. Se trajeron especies de otras latitudes para probar si eran aptas o no, algunas crecieron como el kirie proveniente de zonas tropicales. Ahora se entiende por qué al bosque se le puso el nombre de Angel Fangauf.
Aún hoy, entre la foresta andan gansos, chimangos, taguatós, varias clases de palomas, copetonas, perdices, cinco clases de colibríes, ratoneras. También hubo ñandúes. Desaparecieron. Dice Bancur: "A medida que iba creciendo la población permanente se dedicaron a cazarlos para comer o vender las plumas. Quedan muy poquitos en algunos campos vecinos donde los cuidan".
Las abejas generan la industria de la apicultura, traídas desde el litoral por Fangauf. Ayuda también a combatir algunos insectos puesto que se alimentan de ellos.
Ernesto Gesell falleció en 1972. Pero quedó la Sociedad Dunamar S.A. integrada por sus herederos.
¿Qué habrá quedado del proyecto Atlantic City?
Las largas playas de Claromecó encierran recuerdos y realidades. Los espectadores pasajeros y los afincados la sienten, como dice el poeta, "grandiosa y viva".
Simbiosis de naturaleza y humanidad