“…un diario sin temor a las ideas creadoras, que no son
patrimonio exclusivo de sectores o grupos determinados…”. (La Hora 1958)
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Escribe Stella Maris
Gil
La Hora era un diario de la mañana, tresarroyense, fundado
por Juan B. Aranguren el 15 de diciembre de 1933. Tuvo domicilio en la calle Irigoyen (Independencia) 244.
Le tocó transitar épocas difíciles como
consecuencia de las secuelas del golpe cívico-militar de 1930 que le arrebató
el poder a Hipólito Irigoyen al que le continuó la llamada Década Infame.
Su formación radical generó algunas clausuras y hasta
cárceles, sufridas por su fundador, visitante de Villa Floresta (cárcel
bahiense) con cierta asiduidad. Una de ellas se debió a un escrito sobre “la
libertad de prensa”. Otra lo fue “el golpe revolucionario fallido del 16 de
junio de 1955”. Como consecuencia La Hora fue clausurado hasta el primero de
julio.
Estas
persecuciones, a través del tiempo tomaron diverso cariz para la prensa
argentina en numerosos órganos. Decía R Fernández el 9 de febrero de 1978 en su
audición “De todo un poco”: “En aquella redacción del desaparecido diario “La
Hora” tribuna democrática que en medio de apretujones económicos y un clima de
buen humor y semibohemia, desarrolló su tarea en defensa de las libertades
públicas a lo largo de más de 30 años, hasta desaparecer en 1962…”. Los
fundadores, que provenían del diario La Voz del Pueblo, se lanzaron a una
patriada con pocos recursos económicos. Pero siempre hay alguien que da la
mano, esta vez vino de Josefa Pappaterra de Fernández que les cedió el salón de 9 de julio 178,
posteriormente se mudaron a Pellegrini 12 hasta que se trasladaron a su
domicilio definitivo. De a poco iban comprando las máquinas, juntando los dineros,
promocionando el diario.
Muchas “plumas”
locales pasaron por su redacción y dejaron una interesante impronta del
transcurrir local, nacional e internacional.
La importancia del diario de papel
Hechas las presentaciones, vamos a ver qué es
lo que se escribía en ese diario de papel, en épocas sin internet, gracias a lo
cual ahora se puede hurgar en algunos de sus archivos.
Al mejor estilo del diario Crítica
de Natalio Botana que marcó líneas periodísticas, los casos sobresalientes de
mayor trascendencia podían seguirse a través de los titulares de la primera
plana.
En el ´62 tuvo la primicia de
la caída del presidente Frondizi esa misma madrugada. Llegado el mediodía sacó
un suplemento sobre el tema.
En los años ´50 no había guerra mundial. Sin
embargo Corea del Norte y del Sur se
debatían en una sangrienta guerra. La Unión Soviética y China por un lado y los
Estados Unidos por el otro jugaban al dominio del Extremo Oriente. La Hora iba
señalando el estado del conflicto: “Estados Unidos rompe relaciones con el
régimen comunista chino”, o “Las Naciones Unidas pujan por lograr la paz en
Corea”, o “Impacientemente aguárdase la respuesta roja” y así sucesivamente
hasta el final, que nunca termina pues hoy día los conflictos apaciguados por
las vías diplomáticas todavía continúan.
En el espacio
internacional se referenciaba la lucha
anticomunista en el discurso del Presidente Truman en su mensaje al Congreso en
1950 donde pide que “ que el Congreso siga apoyando su programa para contener
al comunismo”. Eran las épocas del temor al demonio rojo que tanto marcó a
intelectuales y artistas como Carlos Chaplin.
A veces las páginas titilaban
cuando algo impactante sucedía en la República Argentina como fue el
hundimiento del Rastreador Fournier en el Estrecho de Magallanes con 77 marinos
a bordo. Día a día detallaba los trabajos de rescate, los homenajes donde todo el país participaba.
Fue un 3 de octubre de 1949 y el diario cumplía su tarea de informar que “el
rastreador zozobró a la entrada del canal Gabriel a 60 millas marinas al sur
del puerto chileno de Punta Arenas…”.
Abarcaba noticias de todo el país y en la
época de las primeras presidencias de Perón, redactaba sus mensajes al
Congreso, sus medidas de gobierno, las clausuras temporarias de varios diarios
en 1950 por omitir ellos en sus tapas la frase “Año del Libertador general San
Martín” considerado como un acto de rebelión hacia las decisiones
gubernamentales que ordenaban ponerla en todo escrito.
Se leen las medidas del
gobernador Mercante y su visita a San Francisco de Bellocq donde en 1937 se
había fundado la colonia.
Estaba bien diferenciado lo
internacional, nacional y local. La proveía la agencia “Saporiti que tiene
convenios especiales con Agencia France Presse de París. Esta suministra todo su
servicio cablegráfico a Saporiti que a su vez lo retrasmite a sus abonados” (
Diario La Hora, 1958). Diversas secciones llevaban al lector a conocer la vida
social, el movimiento artístico, las campañas políticas, los famosos meeting
realizados en su mayoría en la esquina de Colón e Irigoyen.
La sonrisa llegaba de la mano
de algunas de las historietas entre ellas la de Don Fulgencio, el hombre que no
tuvo infancia, de Lino Palacio o Chil el ingenioso de Cortinas. Pero Las
míticas aventuras de Lindor Covas de Walter Ciocca atraía a los lectores y sumaba compradores por
sus apasionantes relatos. La gente lo seguía.
La columna titulada “Chiflidos”,
comentaba en forma coloquial los temas
del día en la región y a su vez marcaba su posición sobre ellos a manera de
editorial. El responsable de la misma era Mastronardi.
Y si algo se le olvidaba a los
lectores, los suplementos que editaba ayudaban en su memoria. La redacción de
éstos constituía un gran esfuerzo para los periodistas, referido al rastreo de
las noticias más relevantes que hubieron sucedido por ese lapso de tiempo.
Lo que contó Juan Pérez
Entre los años 1940 a 1957
aparecieron las crónicas que escribió un tal Juan Pérez.
¿Quién era Juan Pérez? . Era el seudónimo bajo el cual
escribía un profesional y periodista local.
Es una costumbre a la que acudían y acuden muchos
escritores. Sin ir más lejos Mateo Mastronardi en determinadas ocasiones
utilizaba el seudónimo de Restituto Pedernera.
Allí, en formato de verso, en
forma irónica a veces, graciosa otras y siempre inmersa en la realidad del pago
chico, Pérez publicaba sus observaciones. No lo hacía todos los días,
generalmente los días jueves. Había semanas sin Pérez, sin duda no deben haber habido
sucesos que lo inspiraran.Le preocupaban los peligros del automovilismo al que
eran afectos los muchos tresarroyenses tuercas que había y que hay.
Y ahí poemizaba, describía en los
primeros tramos de su escrito una situación, por ej.un grupo de angustiadas
personas, temerosas de un gran peligro no explicitado hasta que en el final se
develaba el misterio: la preocupación por la cantidad de muertes que había en
el deporte automovilístico.
El doctor Ricardo Fernández,
también director del periódico después del ´58, era el citado Juan Pérez y ahí
se explayaba sobre la suba de impuestos, los gastos para elegir reinas de
belleza cuando el hospital no tenía ambulancia, las ramblas de las avenidas sin
césped; y la llegada de las aguas corrientes a la ciudad, algo para festejar.
OCanilla
“…¿No
ves que hoy tuve la viaraza
Y
no creo haber sido imprudente
De
poder decir que ya en mi casa
Hay
servicio de “agua corriente”.
Crónicas
de Juan Pérez
1°
de octubre de 1949
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Dar la hora
La Hora se cerró, tenía muchos problemas económicos. “El 10 de
noviembre de 1955 comienza a faltarle papel…dispone suspender provisoriamente
sus ediciones de los lunes” (La Hora, 1958). Poco a poco a pesar de los esfuerzos
de instituciones y personas del lugar como Bottino, Salas, Ayspurúa , al diario
le llegó la hora. Más de veinte empleados,
aproximadamente quedaron sin su fuente de trabajo y el pueblo con un diario
menos.
Oscar Aymonino, trabajó en el
diario desde 1954. Relata aspectos de esa etapa de su vida: Ingresó como
corrector hasta que llegó a redactor. “Vivíamos en el diario. Íbamos a las 2/3
de la tarde, salíamos media hora para cenar, y a partir de allí seguíamos hasta la madrugada”. Eran épocas en
las que la revolución tecnológica no había llegado a su cenit. “El tema para
conseguir las noticias era terrible por la tardanza. Algo mejoró con una radio que
tenía un sistema estilo morse, que en una época estaba a cargo del
radioperador Miguel Villemur que hacía
genialidades con su tarea. “El alivio llegó con las teletipos” con la
información impresa. Diversos personajes visitaban la redacción y fueron
reporteados, entre ellos el dirigente radical Ricardo Balbín en varias
oportunidades, Isabel Sarli, Tu Sam. La pequeña oficina era un mundo en
movimiento, presto a acercar la información justa.
Muchos nombres quedan en el
papel: Hugo Costanzo en publicidad, Benedicto Soldavini de De la Garma, Goñi
del pueblo de Vazquez, Otto Haedo, Cacho Urbieta, Raúl Moreno y tantos otros que
quedan en el etc. con las debidas disculpas.
Muy pocos ,nos detenemos cuando
pasamos por la plaza San Martín a leer las placas que están colocadas allí. Hay
dos pasajes denominados Antonio Maciel uno de ellos y el otro Mateo
Mastronardi, que indican el homenaje de la ciudad de Tres Arroyos al
periodismo. El primero fue director de La Voz del Pueblo el segundo fue el
periodista y director del diario que hoy nos ocupa: La Hora.
Como decían los muchachos que
iniciaron esa quijotada que duró casi 30 años:
-“Llegó la hora para que nuestro
papel salga a la calle”a informar.
Hola, estoy buscando datos de Soldavini y me encontré con tu maravillosa entrada. ¿Es posible que en la última foto esté el autor sentado a la derecha, abriendo la foto?
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