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lunes, 30 de junio de 2014

De lápices, cuadernos y otras yerbas

DE LÁPICES, CUADERNOS Y OTRAS YERBAS


Los chicos y chicas de antes iban a la escuela enfundados en sus delantales blancos, algunos almidonados, a veces tan duros que parecían de cartulina.
En la mano o a modo de mochila llevaban la cartera, de cuero, bien lustrada.
¿Qué había ahí adentro?, los útiles escolares. ¿Dónde se proveían de ellos?. En las librerías.
Los chicos y chicas de ahora también se surten en esos negocios, algunos persisten de antaño, otros han aparecido en el mercado en forma reciente. Lo que sí es cierto, es que nunca faltaron para el abastecimiento de los escolares.
LAS LIBRERÍAS
Tres Arroyos a lo largo del tiempo tuvo muchas librerías, para abastecer no solo la parte colegial sino también la comercial.
Algunas de ellas, las más antiguas, solo están en la evocación. Marta nombra a El Trébol en la calle Pedro N. Carrera. Conserva el libro de francés que usaba en las clases de la profesora María Elena Iriart, con la marca del sello que los propietarios ponían en los libros.
 Largas colas debían hacer dada la cantidad de clientela. No importaba. Los encuentros juveniles enriquecían la espera.
Una caminata por la ciudad me lleva a Colón 457 donde estuvo Crusellas; Cafasso en 25 de mayo y Maipú; Pocho, Ducós, Hansen, Iglesias, La Argentina de Francisco Diaz; Vita; Los Gallegos donde hoy está el Comité Betolaza; El Coloso; La Minerva; Peña. Dejo al recuerdo del lector las librerías que no he nombrado pero que a él lo surtieron de sus útiles escolares.
Para muestra bastan solo tres
Al final llego a la esquina más dulce de la ciudad como se le decía al enclave de la confitería El Quijote en Irigoyen y Colón. Allí funcionó La Central. Dice María Angélica: “Era la más grande, no tanto de librería de textos como librería en general : biblioratos, álbumes, papelería en general”. De interiores espaciosos, circundado por estanterías que contenían todo tipo de mercaderías los jóvenes compradores o sus padres llevaban la lista de útiles que le iban a servir para gran parte del año escolar. Muchas maestras también llegaban con los encargos que iban a necesitar alumnos de bajo nivel económico. A veces la Cooperadora colaboraba con sus familias las que iban devolviendo el dinero como podían.
BIARRITZ                                                                                                                                   Marcó épocas. Fue inaugurada el 14 de agosto de 1950 en el Bulevard Belgrano, en ese momento todavía con palmeras, pegadita al Colegio de Hermanas.
. “Su rubro principal-dice Ricardo Messina (hijo)- era el de artículos de librería. Con los años se fueron anexando otros como filatelia, golosinas, artículos para colegios, libros primarios y secundarios”
Llevaba el nombre de un balneario francés, “al norte de su territorio en los límites con España y cercano a otro balneario como es el de San Sebastián” debido a “la relación de parentesco que guardaba mi familia y principalmente mi madre con sus padres, ambos de origen francés, apellidados Massigoge y Petreigne”.
“Originalmente el local comercial tenía un destino distinto. Era la intención habilitar un lugar para la venta de trabajos artesanales originados en las manos de la madre de don Ricardo cuyo nombre era Luciana García Bayon de Messina (española)”.
Pero su hijo que había trabajado en diferentes lugares del país y en empresas como Bunge y Born, “no quiso salir más de Tres Arroyos” y se hizo librero. El emprendimiento se financió “en principio por la venta del único automóvil que tenía. Eran épocas difíciles que vivía el país en ese entonces”. Sin embargo la librería de Messina se constituyó en un próspero negocio de la ciudad y el Partido. Rodeado de centros de estudios que iban surgiendo a través del tiempo se constituyó en indispensable proveedora.
Se instalaron “en una habitación disponible al frente de la casa en que vivíamos. Sobre la avenida Belgrano 120. Se le hizo una vidriera y puerta al frente, en sus primeros años abarcaba una sola habitación de 5,5 metros cuadrados, se la vistió con estanterías hechas por mi padre de madera y vitrinas de vidrio con cajoneras. Varios años más tarde se amplió a otra habitación utilizada como comedor, de igual tamaño que la anterior”.
Cita Ricardo (hijo) alguna curiosidad como que “esta propiedad en la que vivimos y habíamos instalado el negocio era propiedad legada por sus padres a mi madre y había sido anteriormente sede de la parte administrativa de la Municipalidad de Tres Arroyos. Hasta no hace mucho tiempo había una referencia histórica que reseñaba este hecho”.
El negocio era atendido por “toda la familia: el matrimonio Messina (Julia y Ricardo) y sus hijos (Julia Irene, Susana Raquel y Ricardo Julio). Supo tener empleados en la época de apogeo”. “Tenía de todo…muchas cuentas corrientes”, en épocas donde no existían las tarjetas bancarias. Agregó venta de cigarrillos, caramelos y diversas confituras. Vendía libros de textos escolares “íbamos a Buenos Aires con papá y pateábamos todas las calles, teníamos buenos créditos, traíamos las novedades por ejemplo de la editorial Sopena”. Muchas veces en las noches el incansable librero arreglaba las lapiceras fuente, las cargaba, le cambiaba la plumita y eran las doce de la noche y seguía aferrado a sus múltiples quehaceres.
 “Se trabajaba desde hora muy temprana 6.30 horas y antes también, hasta última hora de la tarde. No se cerraba al mediodía, el movimiento era incesante”.
Se cerró el 31 de enero de 1985. Marcó una época.
UNA MUJER Y UNA CARABELA
Esta carabela navegó tanto que llegó hasta el siglo XXI.
La historia cuenta que una mujer tresarroyense quería poner un negocio, no tenía claro de qué tipo hasta que se decidió por una librería, tal vez porque su esposo, empleado de la Imprenta Miralles, tenía conocimiento o vinculaciones con empresas de ese ramo. Además la casa que habían alquilado en la primera cuadra de la 9 de julio tenía un local desocupado a la calle, el dueño había dejado un mostrador. Todo  tentaba a su utilización.
Elisa relata “Se inauguró el 27 de febrero de 1951…Mi mamá me decía:-Elisa ¿cómo vas a poner un negocio…?.
En aquella época las mujeres, en su mayoría, no trabajaban fuera de las tareas domésticas.
Lo cierto que Elisa Di Nezio de Villafranca, que así se llama y llamaba la joven señora, abrió su librería. Existían más negocios de ese tipo, como he citado anteriormente, el más cercano el ubicado donde hoy está Corradino. No le importó la posible competencia que no sucedió, pues había demanda para todos.
Las estanterías comenzaron a llenarse de todo tipo de productos tanto escolares como para el comercio.
¿Cómo pudo Elisa cumplir con esa multiplicidad de funciones que incluían criar a sus dos hijas, Marta y María Elisa, atender los trabajos del hogar y ¡ser librera!. Parece que pudo. Carabela navegó en puertos de crisis y de bonanza del país y no naufragó.
El local se proveía de productos de compañías acreditadas  Pelikan,Parker, De la Penna, Estrada por nombrar solamente algunas. Luego de ser ubicadas en los estantes que prolijamente le estaban asignados, partían a las manos de cientos de niños y jóvenes, que esperaban la entrega mientras Elisa envolvía el paquete, (no había bolsitas de plástico) rematado con el hilo y el nudo final. Era y es un negocio familiar. Todos participaban ayudando a la dueña que asumía la totalidad de las actividades, llevar las cuentas corrientes, la contabilidad. Marta, su hija recuerda la imagen de su mamá lapicera en mano entre sumas y restas. Uno de sus cadetes, Rodríguez, todavía pasa a saludar, aunque ahora Elisa no está en el negocio, mira a la ciudad desde su departamento en altos, tal vez pensando en cuántos de esos señores y señoras entrados en años que van por las veredas habrán pasado por la librería a comprar los útiles escolares, lapiceras, papel glace para la hora de manualidades, entre ellos imitación de portarretratos para pegar en el cuaderno con la figura de algún prócer. ¡Cuántos se habrán provisto de los cuadernos Rivadavia o Laprida, tapa dura, tapa blanda o buscarían repuestos para sus lapiceras fuentes también compradas en la librería en una época o biromes en otras!.
 Carabela hace 41 años se mudó a su edificio propio en la calle Colón. Hubo que contratar empleada. La primera también fue una mujer: Adriana Fraile. Hoy siglo XXI, la librería continúa, siguen las colas en los inicios del ciclo escolar, sigue la venta de papelería para las oficinas. En diciembre las vidrieras se llenan de Navidad. Aquella jovencita fundadora de la empresa sigue, desde su reducto familiar, pensando alguna nueva innovación que se pueda hacer.
Tal vez el relato sobre librerías que tenía propuesto se desvió un poco de la crónica, pero reflexioné que además de los datos o testimonios, la presencia de una mujer fundadora de un negocio de librería en épocas de poco protagonismo del género era importante destacar.
Carabela sigue abierta. Cumple el deseo de Elisa: “Yo no quiero que cierre mis ojos y la librería ya no esté”.
AHORA
 Los requerimientos del mercado han aumentado hoy día. Hay infinidad de productos que generan necesidades de compra. La lista de artículos para adquirir a principio de año, por una sola vez, se ha convertido en muchas veces. Recuerda María Angélica que los libros eran heredados de hermano a hermano. Hoy se escribe o dibuja en ellos y por tanto no pueden ser utilizados de año a año.
Las librerías de Tres Arroyos, las nuevas y las que continúan, adecuadas a los nuevos tiempos siempre estarán presentes con sus gomas, mochilas, cartulina…de todo .
                                     stellamarisgil12.blogspot.com
Imágenes
1)    1971: Librería Carabela y la habitual publicidad en su primer local de 9 de julio 68.
2)   Los Villafranca. Elisa junto a su esposo propietarios de Carabela

3)   La Central. Funcionó en la planta baja del edificio de Irigoyen y Colón.  

martes, 27 de mayo de 2014

Un tal Fernández

UN TAL FERNANDEZ
-¡Hola Cacho, como está Usted!
Y la figura adusta saludaba con afabilidad
 CACHO siempre vivió en la  segunda cuadra de “la gauchita” y en sus idas y venidas construyó un legado para la ciudad y sus descendientes realmente invalorable.
Se llamaba Ricardo Fernández.
Durante mucho tiempo traté de encontrar los manuscritos de su programa radial en LU24: “De todo un poco”,  búsqueda infructuosa hasta que un día suena el timbre de calle de mi casa y me entregaron sus archivos, entre ellos la citada audición.
De ahí en más me adentré a conocerlo a través de sus escritos, los documentos y sus coetáneos.
Sus amores
Más allá de su familia, de su amor por Quita, su esposa, el club Huracán fue su pasión. A raíz de uno de los triunfos futboleros del club escribe “Y reiterándoles que siempre hemos estado con la camiseta puesta, sin que ello nos obnubile para juzgar méritos y esfuerzos ajenos, debemos decirles, amigos que y sin necesidad de electro cardiogramas comprobamos que anda bastante bien el reloj del lado izquierdo que, como dijimos una vez, no sabemos ya si es un corazón que se hizo “globito” o un “globito” que se hizo corazón” (13 de marzo de 1978).
Cruzó la entrada del club a los catorce años para jugar al fútbol y al basket. No se fue más. Accedió a la dirigencia. Entre otros cargos fue su presidente desde 1943 hasta 1954. Allí se afana por el plan de obras: salón bar, cancha de pelota cerrada, cancha de basket cerrada la que da a la calle Suipacha, las canchas de bochas cerradas, el corrimiento de la de fútbol para hacer la pileta de natación, la torre y los vestuarios , entre tantas cosas. Luego, en la Liga, marca conductas y acciones.
Su otro amor fue el periodismo, tal vez  por genética. Era hijo de aquel español anarquista que fundó el periódico La Voz y que fue uno de los iniciadores del diario La Voz del Pueblo. Siguió la huella dejada por su padre y desde las páginas de “La Hora” llegó a escribir según dicen sus allegados , 700 artículos en el mismo, con temas de la actualidad de esa época. También lo hizo en “Noticias Gráficas” donde se dedicó a cronizar la guerra civil española (1936-1939) en favor de la República.
Sentado frente a su vieja máquina escribe y escribe con solo tres de sus dedos que vuelan sobre el teclado: lo que ve, lo que siente, lo que rechaza.
Utilizaba en ciertos textos el seudónimo de Juan Pérez. En uno de ellos simula un diálogo con San Martín que le dice “Hace tanto tiempo que siento nostalgias del verdadero homenaje, del que es el pueblo mismo, sin ruidos ni oropeles, sin invocaciones patrióticas de circunstancias…que no se ratifican con una conducta encaminada sobre las directivas que ellas trazan…”
De todo un poco
Sus notas en la audición radial son fruto de largas investigaciones. Tengo en mi  poder numerosas de ellas. Las preparaba con disciplina periodística. Coordina con el técnico los diferentes momentos: cortina musical, pausa, todo presentado por escrito, nada al azar. Luego avanzaba con los temas explicitados en el título del programa. Es una charla con los oyentes. Les cuenta cosas ciertas de la zona y del mundo fruto de esa infinidad de recortes, ordenados en sus carpetas.  Allí guardaba valiosas copias de documentos auténticos que parten de los inicios del pueblo desde la época de Carlos Gomila en la década del ´80 en el siglo XIX hasta la historia reciente. El mundo mirado con atención pasa en sus monólogos. Lo hace íntimo cuando se dirige a don X y doña X, que encarnan a cualquier vecino, siempre les cambia el nombre, hoy serán doña Encarnación y don Pedro, mañana serán otros personajes ficticios y les imagina un menú para su cena y siempre les aconseja dar la vuelta a la manzana tres veces para conservar mejor su salud. Los memoriosos recuerdan que por las noches se decían: -“No te olvides de la caminata nocturna, como dice don Ricardo”.
En la radio comenzó con un programa de ´10, ´15 minutos llamado “Recuerdos de un tresarroyense”, luego “De todo un poco” que duraba media hora hasta que se amplió a una hora. Concluía a las 22 horas. Se espació en parte de los años ´70 y ´80.
Vida cotidiana
Siempre tenía su correspondencia al día. Son interesantes la mantenida con el historiador dorreguense Funes Derieul donde ambos dos indagan la historia regional con profundo análisis e intercambio de conocimientos. Le escribe “Una vez más, feliz 1987… . Tengo en reserva un “habanito” para obsequiárselo, cuando nos encontremos. También el amigo Arévalo de  La Perla, me hizo referencia a que tenía algún “Tabaco” para Ud…”. Jovial, a pesar de no ser una persona de sonrisa fácil.
Nadie puede negarle su amor a la tierra al leer sus profundas indagaciones.
La “gauchita” era la calle donde él vivía a la que siempre nombra, no sabemos quien la bautizó así. Fue el lugar que construyó su padre, dejándoles un seguro techo. Falleció cuando él y su hermana eran niños.
Cacho ante esa partida tuvo que salir a trabajar. Hizo de todo, trabajó en la imprenta de su padre y en la escribanía que estaba en la misma cuadra de su casa. Mucho tiempo después, graduado del viejo colegio Mitre ingresó al estudio Gatti, hasta que creó su Estudio propio.
Ya hombre grande y con familia constituida se había lanzado a la aventura de estudiar Escribanía en Córdoba y posteriormente abogacía.
Con título en mano se dedicó principalmente a la parte de sucesiones.                                                                                Su profesión no le restó tiempo para otras múltiples actividades. No se perdía el cafecito con los amigos en el viejo bar Tortoni, allí en el 140 de Colón, hasta que se corrió una cuadra cuando aquel cerró y se hizo cliente de La Perla en Colón al 200. Todas las noticias y también discusiones corrían en esas mesas que compartía a veces junto con Delfor Regot o Mario J. Pérez, Egidio Naveyra, Jorge Casinghino por nombrar a algunos según las épocas. Allí no había distingos entre peronistas o radicales, Agenor Pizarro o Juancito Guerrero muchas veces compartían las charlas.
Era un cinéfolo en Tres Arroyos o en Buenos Aires donde acudía a ver los últimos estrenos o a Les Luthiers.
Multifacético. Hasta tuvo tiempo para escribir algunos libros  y cuentos como“La última pesca” y poesías como aquel Canto que terminaba con estos versos:                                 “Y, cual brisa que arrulló tu estampa
Redobló  el galope de un corcel
En el tambor inmenso de la Pampa” (1963) 
Y aquellos escritos sobre personajes de Tres Arroyos: Mateo Mastronardi (1974); Betolaza (1966); Un maestro, don Emilio García de la Calle (1978).
Sus manuscritos son un compendio de  escritos de grandes pensadores que llaman a la reflexión y por sobre todo contienen la vida de su ciudad, su historia, su transcurrir.
El político
También batalló por esas instancias en aquellos debates azarosos del 46 al 55 donde fue concejal acompañado en los dos últimos años por sus correligionarios: Larsen, Santandreu y Mastronardi .
Fue radical de punta a punta. Desde las juventudes de los años 30 enfrentadas con Fresco y contra los habituales  fraudes hasta llegar a una Senaduría Provincial donde la caída de Frondizi lo hizo renunciar. Quiso ser Intendente y se presentó a la Interna, por la UCR del Pueblo pero le ganó su antiguo camarada Felix Larsen candidato de la UCRI.
Gran orador, acompañó en sus giras a Ricardo Balbín, que siempre lo buscaba para acompañarlos y también militó junto a dos Ricardos más: Ricardo Fuertes de Coronel Dorrego y Ricardo Rudi.
Eso sí, nunca aceptó cargos que no fueran electivos, era un demócrata y aunque recibió propuestas, a todas se negó. Siempre mostraba su antipatía hacia Francisco Franco por ejemplo y a todo enemigo del orden institucional.
Sufrió traiciones como todo hombre comprometido con su medio. Una larga e innombrable lista.
Pero don Ricardo Fernández supo sortear las piedras del camino.
Un hombre de su tierra. 
Cacho, tresarroyense de nacimiento y de alma tuvo, como vemos, intensa participación en las cuestiones ciudadanas. De todo un poco,  como titula a su programa radial. Vivió siempre en la misma casa. De allí salía para el club, el periódico, el café, el Juzgado, Claromecó y también la docencia. Dio clases de historia en el Colegio Jesús Adolescente y en el Colegio Nacional ubicado en Chacabuco 138. Sus antiguos alumnos lo recuerdan como un ameno expositor que exigía saber el Preámbulo de nuestra Constitución y por supuesto su articulado, para que, explicaba, sean en el futuro ciudadanos de verdadera vida democrática.
Viajero incansable, hurgaba en la idiosincrasia de los pueblos que visitaba, buscaba su esencia. De este modo pudo recorrer el continente, conocer in situ sus historias desconocidas y así sentir con más profundidad la Patria Grande latinoamericana que el comentaba en sus clases como buen sanmartiniano y admirador de Bolivar.

IMÁGENES
1)      Ricardo en el club de sus amores, a los 17 años, tratado como un hermano menor por Américo Bayugar, Arnaldo Sala, Perico Sequeira entre otros huracanófilos.
2)      Octubre de 1957: Tres de los cuatro Ricardos tras un acto de campaña en Micaela Cascallares. Balbín-Rudi eran candidatos a la gobernación y Ricardo a intendente de Tres Arroyos por la U.C.R del Pueblo
3)      Febrero de 1937. Capitán de la primera de Huracán y también capitán de la selección tresarroyense de Basquetbol
4)      A los 80 años. Falleció el 21 de febrero de 1993. Su herencia material solo fue su casa y su auto





jueves, 13 de marzo de 2014

UN PAISAJE BUCÓLICO




LA MEMORIA.
¡Y SE HIZO…!
Escribe Stella Maris Gil
Un paisaje bucólico
Camino entre los árboles. Apenas pasa el sol por el denso follaje. Mi amiga deposita en su canasta los hongos que va levantando, esos que luego llevará a su cocina para completar los ingredientes que utilizará para sus exquisitas comidas. Sabe cómo seleccionarlos. Un lugareño le enseñó a diferenciar los buenos de los malos.
 El descanso en la reposera invita a la contemplación, a oir el sonido de las copas de los pinos cuando las mece el viento, observar las aves que van y vienen. Un momento de paz.
Estoy cerca del mar, pero la inclemencia del tiempo hace que al igual que los bañistas busque refugio en El Vivero. Es entonces cuando las voces se entrecruzan con los murmullos del lugar y los verdes se llenan de rojos, amarillos, negros y también los azules que compiten con el celeste del cielo.
Más allá  la laguna con su abundante avefauna.
 Cada uno en lo suyo.
 Hasta que llega la perturbación.

Confusión
Las llamaradas se levantan, refulgentes, el aire se torna irrespirable, las lenguas de fuego arrasan con todo lo que encuentran, implacables. Corren entre las matas, la arboleda se inclina pidiendo piedad, pero no es oída. Es el infierno, el castigo por tanta belleza brindada, lo impiadoso. Todo cae. Paisaje color carbón. Tristeza, angustia, dolor.
Los pájaros huyeron, los murmullos se acallaron y el mar desde lejos levanta salvajemente las olas en señal de horror.
Dicen que la tierra es sabia, que el planeta insiste en renaceres. Se inicia una larga espera.
La hombres que hicieron este milagro en el siglo pasado, dejaron el ejemplo de su obra para que otros la continúen y sostengan. En alguno de los lugares dañados se volverá al comienzo, a la era del médano vivo, en el resto continuará el trabajo cotidiano con visión de futuro.
Hace un tiempo
No es fácil transformar en escritura, en texto esa mezcla de naturaleza y humanidad y tener en cuenta las coordenadas temporo-espaciales, sin embargo lo intentaré.              El vivero está en la curva de entrada a Claromecó y a 75 km de la ciudad de Tres Arroyos. Tiene una extensión aproximada de 3000 ha sobre la costa atlántica.
Fue creado en 1948 por idea del Ministerio de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires. En el principio los profesionales agrónomos trabajaron desde la Escuela Agrícola para producir los plantines que luego se emplearían en la forestación de las dunas. Posteriormente el Vivero fue trasladado a la misma Estación Forestal, donde se encuentra la administración actual. La provincia de Buenos Aires cede en el año 1979 la Estación Forestal a la Municipalidad de Tres Arroyos.
En mi libro “Recuperar la memoria” escribí sobre el Vivero de Claromecó, luego de realizar una serie de entrevistas a pobladores del lugar. Recuerdo cuando me recibió Victor Dubovik y charlamos, mirando el otro lado de la calle donde se extiende el sitio verde. Allí se unieron recuerdos.
Él fue alumno de la Escuela Agrícola y decía que “la dirección de ese establecimiento educativo estaba muy ligada al Vivero…porque el director de nuestro colegio era el jefe del Vivero, Gerardo Paolucci…para nosotros fue un padre”. El iniciador fue el ingeniero Villanueva, luego vino Paolucci creador, ejecutor, el hombre que demolió todos los obstáculos que se iban interponiendo en su camino: financieros, climáticos, burocráticos . Y digo creador porque realmente el sistema de forestación que empleó fue el acertado. Las pruebas están a la vista. A él le sucedió Luis Risso y sucesivamente otros agrónomos que sostuvieron el ímpetu inicial.
Aclaro entonces que el vivero primitivo estaba en la Escuela Agrícola. Donde está instalado hoy, del otro lado, se estaba fijando la duna. “Mil ha de forestación en médanos vivos”.
El ingeniero Carabio a quien también acudí para registrar información técnica indicó las especies que predominan: “pinus y eucaliptus y en menor cantidad: acacias, cupressus. La mayor superficie está forestada con pinus halepensis, pinus insigne, pinus pinaster, eucaliptus colorado y acacia longifolia. Sobre la franja costera hay tamariscos”.
“No fue fácil crear este paraíso. Las dunas no ofrecían facilidades para la vegetación. Hubo que seleccionar técnicas para lograrla. El primer paso fue inmovilizar las dunas con la paja de lino y luego se continuó con la implantación definitiva, con todas las dificultades del caso: falta de tecnología adecuada, inclemencias climáticas, suelos pobres. En la década del 60…se ensayó un “mulch” con la idea de reemplazar la paja de lino. Luego fue dejada de lado por sus costos. La alta densidad de plantación (distancia entre plantas) que hoy se observa en los distintos sectores plantados con pinos, se debió a que el sistema que se utilizaba estaba sujeto a la situación del terreno. Luego serían raleados y aprovechados como madera”. (“Recuperar la memoria”, Gil, Stella Maris).
Paolucci  iba perfeccionando sus ideas. Lo cuenta Dubovik al referirse a la plantación con cartuchos “era un cilindro de Ruberol, con grampas, se engranpaba…en el fondo se ponía un poquito de tierra y con un taco se ponía una plantita arriba. Cuando lo llevaba a los médanos, se ponía con el envase y todo, estaba protegida por unos cuantos meses, con humedad  y cuando la planta tenía necesidad de expandir sus raíces, por los costados se extendía por que se sabía que el ruberol se degradaba entonces no sufría nada la planta. Eso fue el éxito”.
Paso a paso
El Vivero se fue expandiendo. Recibe y da. En la entrevista realizada al ex Director de Turismo del municipio de Tres Arroyos, profesor Nicolás Sabatini, detalló pequeños y grandes momentos de ese lugar como también sus riquezas. Por ejemplo la laguna, donde pululan todo tipo de animales: flamencos, patos, gallaretas, y en especial los cisnes de cuello negro.
A medida que  hace su relato, todo ese gran lagarto verde que despereza sus riquezas vivientes en la cercanía del océano va pasando en mi mente como un continuum de imágenes. Las cabalgatas a caballo o en sulky; los circuitos que recorren todo el espacio de la Estación Forestal. Por iniciativa del citado funcionario se comenzó a pensar en un Vía Crucis que fue creciendo en el alma de los creyentes y los no creyentes. Marta Vega y su esposo, Bonifacio fueron responsables de los primeros intentos y de ahí se transformó en un acontecimiento indispensable en Semana Santa.
Hay un pequeño aserradero que según datos del año 2000, sirve para ingresos genuinos a utilizar en el mantenimiento del lugar
Punto aparte para la concesión de los fogones inclusive con servicios sanitarios instalados.
Los que hacen.
“Generar un bosque no es tarea fácil. No es soplar y hacer botellas, como le decían los congresales de 1816 a José de San Martín, cuando les pedía que sin más dilaciones declararan la Independencia Argentina”. A puro pulmón y con los grupos de trabajo que cambiaron la duna por árbol, bajo la dirección de diversos ingenieros agrónomos y técnicos que se sucedieron a través de los años los árboles crecieron. Dicen que “las plantaciones son producto de la polenta de Paolucci”. “El ideó la distribución del parque”. “Iba a las casas vecinas y pedía por ejemplo la paja para fijar la arena”, con astucia sorteaba las trabas burocráticas. Se arriesgaba al peligro de perder su puesto. Dice Dubovick “Era hombre de patear la puerta de los ministerios”.
Por algo su nombre es hoy el nombre del Vivero. Se resume todo: planta por planta, verde sin riego, olvido de los centros de poder nacionales y provinciales antes de pasar a la esfera municipal. Contiene a todos los anónimos que allí trabajaron. Y la imagen: Paolucci con su camioneta Ford, desvencijada recorriendo los caminos interiores, observando día a día, año a año, el desarrollo de las plantas.
El Vivero como se ve tiene su aspecto forestal y además el turístico. Es una de las joyas naturales de Tres Arroyos. Es un bien patrimonial que nos hace sufrir con sus fuegos y nos gratifica con sus sombras que en realidad son luces de vida. Su historia y su espacio están enraizadas con la identidad tresarroyense.
Imágenes
1)      1996. Entrada a la Escuela Agraria, ex estancia San Francisco. Primeras instancias del Vivero.  Oficia de guía Aníbal Paz, testigo inolvidable del lugar. Organizada,  por el director de Turismo municipal Nicolás Sabatini en ese momento
2)      El ingeniero Paolucci alma mater del Vivero, recorriendo junto a vecinos del lugar la Usina sobre el Arroyo Claromecó, que se derrumbó en el ´80.
3)      El trabajo diario. Grandes cargas de paja de lino paso previo a la forestación de los médanos vivos.

4)      Antes del Vivero. Paolucci sobre la duna se debe preguntar ¿Y ahora qué…?

domingo, 2 de febrero de 2014

El día diez

EL DÍA DIEZ
ESCRIBE STELLA MARIS GIL
Salimos del hotel con el anticipo de un día soleado.
Llegamos a Callao y Sarmiento. Al instante fuimos absorbidos por un mundillo de gente que se arremolinaba en los cordones de las veredas de la Avenida. Con esfuerzo nos fuimos acercando hasta Rivadavia y allí nos instalamos. Teníamos la visión del Congreso a un lado y el paso de los automóviles de los funcionarios e invitados enfrente nuestro.
-“Ahí pasa Felipillo (González)”, gritaba la gente. Imaginación o realidad, la velocidad del vehículo no podía confirmar nada.
Los policías eran insultados, chivos expiatorios de los que en las catacumbas del horror, dieron actualidad a la palabra desaparecidos.
Tomamos el subte en Corrientes que nos dejó cerca del nuevo destino, puesto que no se podía seguir hasta la estación final.
Todos caminaban apresurados, los imitamos. Al fin llegamos a Plaza de Mayo. Allí ya no pudimos avanzar, nuestro objetivo era ubicarnos frente al Cabildo. Imposible. Con dificultad subimos unos escalones de la Catedral y allí nos quedamos. Por la Avenida iban llegando grupos de manifestantes, con sus pancartas de diferentes partidos. La muchedumbre hablaba con alivio. Yo pensaba que faltaba la gente de las villas. Muchos de los perdedores en las elecciones no estaban, imaginaba su desilusión, tal vez sus dirigentes se equivocaron en las tácticas de campaña. No era el momento del análisis.
Buenos Aires era una fiesta y el país también.
Desde ese balcón, donde en 1810, se habló de Libertad, los elegidos de 1983 volvieron  a ratificar el significado real de la misma. Era el mediodía.
El presidente constitucional tenía los símbolos del poder que le había colocado el dictador saliente, Reynaldo Bignone, en una austera ceremonia, fría y despojada de afecto.
Y la fiesta siguió.
En Plaza Italia, Floresta y en la Boca los festejos incluían bailes populares y actuaciones de músicos y artistas de la época.
La noche se hizo día. Los bares y restaurantes se colmaron. En uno de éstos, en la calle Uruguay, nos instalamos. El lugar se había transformado en una gran reunión de circunstanciales amigos: brindis de mesa a mesa, cantos, fragmentos de nuestro himno, risas y más risas. Frases tales como: -¡Viva el macho!” ó “-Sos Gardel, Alfonsín”-
En ese momento todos militábamos en el mismo partido: el de la República.
Los viajeros
Desde el día anterior al aeropuerto internacional de Ezeiza iban llegando los invitados: Bettino Craxi, primer ministro italiano destacó que “vamos a tratar de apoyar la consolidación democrática haciendo todo lo que podamos” “(Archivo biblioteca Sarmiento) y posteriormente se reunió en su embajada con nuestro premio Nobel, Pérez Esquivel y familiares de desaparecidos y detenidos de origen italiano.
También arribó el presidente de Colombia, Betancur, el de Ecuador, Hurtado quien dijo que “viene a sumarse a la fiesta democrática que celebran los argentinos el día de mañana”. También lo hizo el comandante Daniel Ortega por Nicaragua, aclamado a la salida del aeropuerto por jóvenes de la Federación comunista y del Ejército Sandinista de Liberación Nicaragûense. Por el Vaticano vino el nuncio apostólico del Brasil. El primer ministro francés Pierre Mauroy lo primero que dijo a su llegada era que “hoy es el momento de un nuevo encuentro entre Argentina y Francia” (archivo cit.). Los rusos estuvieron representados por el vicepresidente del Presidium Soviet Supremo.
Los arribos a veces se superponían, lo que provocaba las corridas del personal encargado de recibirlos. Tal fue el acceso casi simultáneo de Felipe González, atacado de una fiebre de 40ªy del Vicepresidente de Estados Unidos de Norteamérica George Bush con una andanada de custodios, gente de seguridad, despliegue intenso, no vivido con la llegada de otras misiones diplomáticas.
Latinoamérica estuvo presente. A las autoridades ya nombradas se sumaron prácticamente todos, como Belaunde Terry del Perú. Sería largo nombrarlos,  Siles Zuazo, por ejemplo, fue el primero en ser recibido por el nuevo Presidente en horas de la tarde.
Día memorable
La República Argentina tenía la base estructural. Ahora había que empezar a construir los escalones donde se irían desarrollando las nuevas políticas de Estado. El sociólogo Alain Touraine piensa que “La tarea obvia es reconstruir mediaciones, puentes entre la economía y la cultura, entre el mundo del dinero, el mundo de la técnica, el mundo de los mercados, y por otro lado, el mundo de las identidades, de las comunidades…”.
 La Nación estaba herida después de muchos años de autoritarismo; el miedo introducido en modo astuto en los argentinos iba a ser difícil de superar. Desconfianzas, egoísmos. Debajo de los cantos y de la alegría flotaban serios conflictos

Fragmento del Preámbulo de la República Argentina
“Nos los Representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos…con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para  nuestra posteridad…”.

sociales que esperaban el rumbo que se iba a tomar, enquistados en un Estado burgués al decir del historiador Luis Vitale en “Introducción a una teoría de la historia para América Latina”: “el Estado era débil, no inexistente” con una economía desquiciada por la deuda externa en crecimiento causante de futuras crisis económicas y las multinacionales al acecho. El desarrollo industrial era escaso, la moneda débil. Aun hoy no se puede desterrar el dicho “-Con los militares estábamos mejor” .
La extensión territorial del país, diversa, ofrecía desniveles de pobreza y de olvido.
  El concepto de “democracia” era asimilado en sus formas, faltaba el contenido que tenía que darlo el tiempo y el esfuerzo de los ciudadanos. Democracia no es  solamente votar, es aprender a vivir democráticamente, el pueblo que elige y sus representantes, por obra y gracia de ese concepto, son los albañiles de la reconstrucción y avance en todos los tiempos. La democracia era superar las barreras que la dictadura había instaurado sabiamente en las conciencias de los ciudadanos: el orden y la paz…pero de los cementerios. ¿Cómo borrar frases tales como “-No te metas”- o “En algo habrá andado”.
Al día siguiente
El Día Diez iba hacia un sábado. Había que empezar a poner en práctica la frase de campaña “con la democracia se come, se cura y se educa”, tamaño concepto que el pueblo tenía también que ubicar en sus conciencias. No  solo decires, sino acciones nacidas en la interioridad de cada uno a pesar de las diferencias partidarias.
Había llegado el momento  en que todos entendieran “el rezo laico” como le llamaban al recitado del Preámbulo en la tribuna de la campaña  y que por suerte desde niños, en las escuelas se repetía de memoria, lo que no quiere decir que de grandes lo interpretáramos en su  verdadera magnitud.
Siguieron los días
El día 11 el Presidente continuó recibiendo a las delegaciones extranjeras donde fue tema general la estrategia a seguir en Malvinas y la integración latinoamericana.
Los argentinos estaban a la espera de nuevas medidas que trajeran soluciones.
Pero  no se podía adivinar lo que ocurriría en el futuro inmediato para esa sociedad compleja y contradictoria, con tantos excluidos, un poder militar agazapado y muchos civiles, para nada demócratas.
El rock nacional cantaría más libre que antes; la muchachada entonaría bien fuerte “La marcha de la bronca”, los artistas y los intelectuales harían sus maletas para terminar con el exilio. Ya no habría teatros incendiados como pasó con el Picadero, Carpani volvería a recorrer sus calles y a pintar en su país y la voz incomparable de la negra Sosa abrazaría con sus cantos a nuestra Argentina.
Seguiría la tristeza de los que quedaron sin voz y se perdieron sin saber dónde están.

El día DIEZ dio paso al Futuro.

Crisis



La memoria

CRISIS
Escribe Stella Maris Gil
La palabra “crisis” está incorporada a nuestro vocabulario habitual por múltiples motivos, económicos, sociales, polítics. Resuena a conmoción, preocupación.
Pero la crisis de este artículo se refiere a una  revista que circuló en el país y en el extranjero convirtiéndose en un “intento de hacer un aporte a la cultura nacional y latinoamericana desde una perspectiva renovada y totalizadora” como escribieron sus redactores.
Su director era tresarroyense y logró que tuviera vigencia desde mayo de 1973 a  agosto de 1976.  Secundado por Eduardo Galeano, autor de “Las venas abiertas de América Latina” entre otros numerosos libros de su autoría, que le dieron un nivel altísimo a la obra.
Y digo obra porque ojeando las páginas de las mismas uno se nutre de las creaciones de escritores y poetas de esa época, trascendentes y a veces olvidados, vaya a saber porque.
Poseo toda la colección, gracias a la constancia de Luis. Alguna vez en épocas de escasez pretendimos venderla, menos mal que nadie nos la compró.
Fico
 Así le llamaban a Federico Manuel Vogelius. Hijo de un tandilense descendiente de dinamarqueses y una tresarroyense Teresa Capriata. Tuvieron 4 hijos entre ellos Fico. El papá fue gerente del Molino Americano desde 1919. Era una de esas personas que se vinculaba con las instituciones y las impulsaba con su trabajo, por ejemplo La Previsión, el Lawn Tenis, el Club Social.
Vivían en la calle Betolaza, frente a la Plaza San Martín. (Datos extraidos del Álbum del Cincuentenario de Tres Arroyos). Pero vayamos a las CRISIS.
La Revista
Salieron cuarenta números. Por supuesto es imposible sacar a luz toda la riqueza de su contenido.
Pero empecemos por el principio, la N° uno. Tapa azul que variará con cada edición, muestra su propuesta de dar espacio a las ideas, las  letras, las artes. De este primer ejemplar destaco los de la última novela (en ese tiempo) de Ernesto Sábato “Abadón el Exterminador” donde él propio novelista se incluye como otro personaje de la misma.                                              Hay también textos inéditos o desconocidos en castellano de Manuel Rojas quien se presenta como “un escritor chileno nacido en Buenos Aires…Pero me siento más bien latinoamericano”.                                                                                                                          Aparece Henri Miller con un ensayo publicado por primera vez en castellano donde se refiere a Pablo Picasso y las aguas reverberantes.
La dimensión de la Revista es inmensa, no solo hay escritos de los más grandes escritores de la época y también de los clásicos sino además ilustraciones  de plásticos de la época. Reglón aparte para los comics, fruto de dibujantes de otras latitudes y de las nuestras, que graciosamente muestran el mundo de ese momento con ironía y denuncia, Kalondi, Hermenegildo Sabat, etc.
En el número 3 Violeta Parra es cantada por  Neruda
·         “Te alabo amiga mía, compañera:
·         De cuerda en cuerda llegas a
·         Al firme firmamento
·         Y, nocturna, en el cielo, tu fulgor
·         Es la constelación de una guitarra”
En el N° cuatro Humberto Ecco se pregunta “Que hubiera ocurrido con los grandes clásicos si hubieran tenido que vérselas con la maquinaria editorial moderna”. Entonces cita las obras maestras de todos los tiempos entre ellas La Odisea, La divina comedia, la Biblia, Don Quijote, Proust, Kafka. En su trabajo, ironiza imaginando las críticas de los editores, al recién llegado escritor con su hijo de papel en las mano. Si fuera Cervantes tal vez le diría “Yo no querría que, por buscar novedades a cualquier precio, comprometiéramos una linea editorial que hasta ahora ha sido popular, moral y rediticia. Rechazar”.
En  agosto de 1973 la revista pone un texto   titulado “Neruda convoca”. “Desde mi retiro de isla Negra, quiero señalar ante los intelectuales de Chile la gravedad del minuto presente, en especial, la campaña y los preparativos que realizan manipuladores extranjeros y chilenos, desde fuera y desde dentro de Chile para precipitarnos en una lucha armada” y continúa. Pablo moriría ese mismo año, en septiembre, luego de la caída de Allende.
No faltan los comentarios de libros, Puig, Fontanarrosa, al que consideran “el más brillante de los argentinos de la nueva generación”, o sobre músicos como Chico Buarque.
Y qué decir de Marti y la revelación de nuestra América a través de la mirada de Roberto Fernández Retamar.
Diría en lenguaje cotidiano que en la Revista hay de todo lo necesario para recrear la década del 70´por supuesto antes del 76 y permite gozar de los creadores de la época y también de toda la humanidad. Al mismo tiempo se deslizan entre sus intersticios los dolores que se vivían y avecinaban pero también las esperanzas que se ponían en las palabras y los dibujos .
CRISIS invita a pensarnos, a recrear épocas pasadas y reinterpretarlas, a ver lo que en el fragor de la contemporaneidad no se ve.
¡Qué bueno sería que los jóvenes repasaran estas páginas!.
Ahí está Héctor Tizón en la N° veintiuno entrevistado y acompañando fragmentos de su novela inédita “Sota de bastos, caballo de espadas” y  faccimil de cartas de su puño y letra.
O Haroldo Conti  a quien la editorial de la Revista le editó su novela “Mascaró, el cazador americano” y el comentaba  que “Yo estaba vacío y triste cuando un buen día escuché de un auténtico vagabundo la increíble historia del Príncipe Patagón…pegué un salto, ahí tenía mi próxima novela…”.
Están Juan Gelman, Julio Cortazar, Walsh, Antonio Di Benedetto, y más y más.
Y ni que decir la sección dedicada a la recopilación de documentos como lo son las de enero de 1919 referidas a la Semana Trágica, por citar algunos. Un verdadero regalo para un investigador.
Se insertan testimonios como el referido a la guerra de  Vietnam (1955-1975), donde reproduce testimonios de soldados norteamericanos vueltos a su tierra, extraídos del documental Hearts and Minds.
En la N° veintisiete Jorge M. Bedoya especialista de Arte que supo dar conferencias en la Biblioteca Sarmiento de la ciudad,  bajo el título “Monumentos: el poder y la gloria”  analiza las características de éstos como son la necesidad de permanencia y la claridad de su mensaje. Entre los seleccionados aparece el monumento a Colón donado por los italianos. La Revista, con respecto a este último transcribe fragmentos de una poesía de Martínez Estrada dedicada a esta escultura:
“El monumento, el firme monumento
De Colón ante el río, mirando a la distancia
Lleno de itálica arrogancia,
Como quien suelta su locura al viento”.
En ese mismo número se publica un texto desconocido de Jorge Luis Borges: “Montaigne, Walt Whitman”.  El diario El Territorio de Posadas, Misiones, indica el respeto que el autor del Aleph tenía por Fico y transcribe palabras textuales: “Mi ya larga amistad con Vogelius…es uno de los buenos hábitos de mi vida…”.
La Revista también editó Cuadernos de CRISIS referidos a los grandes temas y personajes americanos :La Patria Grande; el Chacho; Artigas; Onetti…etc.etc.. Al abrirla el lector se encontraba con reproducciones de artistas plásticos o documentos históricos.
En el número 30, de octubre de 1975, cuando la Triple A hacía estragos, la Revista publica con el título “Ante las amenazas contra CRISIS” una página entera de firmantes que repudian las amenazas de violencia que recibe. Leer los nombres que figuran ahí indica la trascendencia de Crisis en todos los ámbitos del pensamiento, la creación y también la política. Tantas adhesiones tal vez iban adelantando lo que vendría.
No obstante se sigue adelante.
El N° 40
Fue la última CRISIS de fecha agosto de 1976, en pleno proceso militar.
Muchas amenazas, acusaciones sin fundamento intelectual. Ayudaba a pensar.
En ella hay un estudio titulado “Son intocables los dueños de la opinión pública” donde reproduce documentos básicos de la Conferencia de San José de Costa Rica realizada por esos días. De allí transcribe: “…los medios comerciales masivos de comunicación están propiciando la conformidad del público con el status quo mediante mecanismos de diversión y evasión de la realidad que tienden a adormecer la aptitud crítica de la población…”. A partir de allí recorre las problemáticas de diversos países apoyada en cifras, estadísticas que por si sola justifican a Mac Luhan cuando escribió “El medio es el masaje”.
Para el deleite están los cuentos de Tizón, Zito Lema, Galeano, Girri, Nepomuceno Kovadloff, Rivera y  los dibujos de  Hermenegildo Sabat.
Como siempre joyas históricas en este caso sobre los vendedores ambulantes y más atrás en el tiempo textos de Fernando Aragón sobre Juan Martín de Güemas a ciento cincuenta y cinco años de su muerte.
Se acabó
Nuestro convecino sufrió secuestros, estuvo desaparecido, torturado y luego blanqueado,. Una vez libre siguió el camino del exilio. Allá en París pudo contener su cáncer hasta que en su patria volvió a reaparecer Crisis en 1986 en épocas de Alfonsín. Fue corta esta segunda parte de la Revista.
Importante el legado de Vogelius  Algunas de las bibliotecas públicas de la ciudad cabecera del Partido de Tres Arroyos tienen algunos ejemplares de CRISIS.
Aparte de su actividad empresarial , y sus estudios, era Ingeniero Agrónomo, Abogado, también era coleccionista de obras de Arte. Su casa de San Miguel poseía parte de sus valiosas colecciones. Allí fueron los procesistas y robaron muchas de ellas. Pero a su ciudad natal ya le había  donado, tiempo atrás una colección de 30 obras de los más grandes plásticos del siglo XX, que hoy  lucen en el Museo de Bellas Artes.
La casa grande, de ventanas azules frente al mar de Claromecó guarda las voces de muchos creadores de su generación, ahí quedan. Como dice el visitante de ella Eduardo Galeano “En el cielo chillan las gaviotas. Sus sombras viajan delante de mi”. Por el resto de la villa se oye el ruido de sillas que se corren luego de la última jugada de naipes en el Club.

IMÁGENES
1)      Hay varias contribuciones del poeta chileno Pablo Neruda
2)      Las historietas de Kalondi
3)      Una de las coloridas tapas de CRISIS

4)      El poeta Juan Gelman escribe cuando la tragedia aun no había llegado a su vida

El viejo palacio

La memoria    

El viejo palacio

Interiores III

Escribe Stella Maris Gil

Está viejo, abandonado. En verdad todavía no cumplió los 100 años. Pero ahí está, se caen sus molduras, sus tejas, revolotean las palomas, la decrepitud lo invade.

Y sin embargo…

Fue un hito en la ciudad, orgulloso mostraba su arquitectura de estilo académico francés. Como dice el tango “se paraban pa´ mirarlo”. –“¿No se acuerda Usted”?-pregunta Carlos D´Alessandro que allí trabajó 28 años.  “Los días de fiesta patria se iluminaba toda la fachada y se embanderaba... El día antes poníamos todas las banderas, cada balcón con su bandera argentina y también la de la cooperación. A la noche prendían todas las luces, una hermosura. “dice quien fuera sereno, luego ordenanza y finalmente encargado de la sección de despacho de la documentación que enviaban a diferentes destinos.  “Era el despacho de papelería, con la cantidad de pólizas que salían, se despachaban bolsas.” (era Casa Central).

Trabajaba a la entrada de adelante, planta baja, a un costado. Yo y algunos más por ej Ceberio, Daniel Bueno, Luisito Ferrín, Carbonetti, Thormes el de la casa de pesca Santos. Estuve allí hasta que me descompuse y me pasaron con Fioritti en la sección de Archivo.

¿Cómo estará adentro? Imaginemos. La puerta del costado está atrancada, cuesta empujarla.

Entramos. El olor a humedad espanta, pero la curiosidad impide el retroceso.

Es increíble este interior, contradice todo lo que sin duda allí sucedió desde ese año 1920 en que se inauguró.

¿Ruinas?. La expresión duele, pero es la realidad.

Planta baja y dos pisos y arriba la cúpula.

Lo recorremos

Subir y bajar escaleras, entre el sonido de máquinas, voces y pasos.

Los que trabajaron allí, los protagonistas recuerdan:  Nora Gimenez detalla cada uno de los sectores y sus funciones correspondientes, abajo era la atención al público pero había escritorios también; en el primer piso funcionaba todo lo que era administración y producción. En el 2ª piso funcionaba la Gerencia…las ventanas daban a la esquina”… “Tenemos que partir del echo de la importancia de ese edificio y lo que debe haber sido para Tres Arroyos tener semejante construcción cuando todo era tierra y se veían los molinos de viento a pocas cuadras”en ese período “en la planta baja había una confitería, luego se convirtió en lugar de atención al público y en el segundo el Club Social”.

La confitería-bar era de García y Gioncada desde donde, te o café mediante, se miraba tras los ventanales una plaza San Martín con sus árboles en crecimiento.

Desplazarse por el edificio era encontrarse con entrepisos, ascensores, cocina donde se preparaban los refrigerios o meriendas para los empleados y por sobre todo la cúpula: La estructura era toda de madera gruesa, travesaños. No era fácil llegar a ella. Dice D ´Alessandro “Se subía por una escalera. Después había un balcón, ahì también poníamos banderas”. Giménez agrega “era un encofrado todo en madera, la torre de arriba, bellísima”.

Durante mucho tiempo los gerentes tenían su casa en el edificio y allí nacieron varios tresarroyenses:“…Nací en Tres Arroyos, en La Previsión dice González. Mi padre fue gerente y ahí nacimos todos menos el mayor. Vivíamos en la casa de la familia de arriba, la casa del gerente. Papá venía del Banco Comercial. Éramos 5 hermanos. Nací en 1929” y D´Alessandro acota que cuando él comenzó a trabajar en el edificio “vivía Suarez que me parece que fue el último que tuvo su casa en el edificio. La casa del jefe estaba en el primer piso. Se entraba por Betolaza. Tenía ventanas hacia esa calle”.

El Club Social

En 1918 Sebastián Costa por La Previsión y Juan B. Istilart por el Club Social de Tres Arroyos firman un contrato de locación por el cual La Previsión debe construir un segundo piso en el edificio que actualmente levanta…destinado a ser ocupado por las dependencias y salones del Club Social. Se instalan en febrero de 1920  El contrato de locación era por el término de 7 años. Recién en 1970 el Club se trasladó a su edificio propio en Sarmiento y Pellegrini. La Cooperativa había crecido y necesitaba más espacios. El club entrega las llaves definitivamente un 27 de julio del año citado.

Durante ese largo período el lujoso lugar festejaba las fiestas patrias y en especial las de fin de año, donde eran homenajeados los estudiantes que terminaban su secundario. Primero la música salía de una victrola en las tertulias con copa de vermuth o en los bailes con clericó. Los avances hicieron que llegaran las orquestas como la de Bolthi o la Dixieland All Stars cuyo representante era Máximo Ajargo hasta que se estableció por los años 63 que tendrían que contratarse dos orquestas que tocaran solamente jazz una de ellas y la otra solo música tìpica como fue la de Los Llaneros.                                     De acuerdo al contrato inicial el Club fue acondicionando el lugar con una decoración lujosa en especial el amoblamiento para el cual se contrató a la empresa de Julio Barzzi de Buenos Aires. Se compraron alfombras para evitar la destrucción del parquet. En las paredes colgaban cuadros de renombrados artistas entre ellos el de José Antonio del Río. Y ¡el piano! Marca Schomacker comprado en la casa Breyer hnos. Fue utilizado por pianistas reconocidos en noches de concierto.

Existían mesas de billar y casín, espacios para el juego de naipes y la sala de esgrima en la que los socios practicaban el florete, la espada y el sable. Estaba ubicado en un lugar llamado la Loggia al cual se accedía por una escalera.

Dice Nora Giménez: “Yendo para atrás en el tiempo entendemos que el lujo con su piso de roble de Eslovenia y su techo con frescos pintados en el cielo raso, vitrales magníficos, que tiempo después fueron tapados vaya a saber por qué corriente estética. Lugar de fiestas como la de la presentación de las jovencitas en sociedad o los bailes de carnaval” .

Devolución

El edificio estaba inserto en las necesidades de la sociedad.                                            

El sistema de donaciones era constante, “se seleccionaban algunas instituciones” y se contribuía con ellas” pero “no hubo nada equivalente a los Ranchos…en el 80 aniversario se donó un rancho a la Virgen de la Carreta y el personal donó otro”. Llegar a los pisos superiores con las solicitudes de pedido para diversas necesidades era constante. El edificio era un gran buzón de recepción y en muchos casos de emisor de soluciones.

También se instaló el sistema de pasantías para los estudiantes secundarios.

Dice Guillermo un pasante de los años 80 que era un ir y venir de personas dentro del edificio aunque ellos trabajaban en el anexo que se hizo por la calle Betolaza. “Éramos empleados rasos que hacíamos tareas administrativas y nada más. Yo tenía un escritorio y una máquina de escribir, el teléfono y papeles, papeles, sobretodo papeles”.

“A mí me llamaba la atención el edificio viejo, la arquitectura de él y era un ambiente que andaba mucha gente.

Era la tecnología de esa época que necesitaba papeles.

Trabajar allí era como trabajar en el Banco Comercial. Eran sinónimos de buena paga y sinónimo de calidad.

Las pasantías empezaban alrededor del 15 de diciembre y terminaban el 15 de marzo.. El colegio tenía un listado, nos tomaban pruebas y seleccionaban. Yo trabaje en el año 87/88 y 88/89 dos perìodos de tres meses, cuando terminaba 3ª y cuando terminaba 4ª.

Lo positivo de mi trabajo allí: fue mi primer trabajo, tenía 16 años, no tuve vacaciones dos años. Aprendí la dinámica del trabajo, respetar un horario, respetar la autoridad, poner atención para hacer las cosas bien, aprender a ser responsable, a responder a las reglas de trabajo y a convivir en un ámbito de trabajo.

Desolación

Me acuerdo acota D´Alessandro ¡si había movimiento en La Previsión, señora!. Gente muy buena,  Marcolongo, Tasara, Tano, toda esa gente eran jefes. Néstor Rodríguez, una gran persona. Estábamos tranquilos, se ganaba bien, estábamos contentos en esa época. Después el ánimo fue cambiando.

Hasta principios de los `90 del siglo XX trabajar toda la vida en una empresa era cosa corriente y de ahì las ceremonias que se hacían para homenajear a los empleados decanos. Después las cosas fueron cambiando por múltiples motivos. El edificio comenzó a crujir lentamente, en silencio. Carlos D ´Alessandro recuerda que “Venía malhumorado del trabajo, me daba pena como se iba terminando todo. Aún hoy me da pena. Sabíamos que ya no había movimiento que había pasado a la Andina”. Terminaba el ´98. Se había inaugurado en el año 1920 con gran pompa.

El orgullo urbano de los tresarroyenses, está ahì, con las palomas de siempre, tal vez, con el olor fuerte de los murciélagos, con las pizarras de los techos que se van cayendo. Los remates liquidaron bienes más valiosos que el dinero. ¿Y qué de las molduras de don Antonio Orfanó, los planos de Pagano. Quedan los fierros que en la cúpula sostenían el emblema cooperativo. El símbolo del progreso en el centro de la ciudad. ¡Qué pena!.

Es verdad, lo privado es lo privado. Habría que mirar alrededor, aquí nomás en Latinoamérica y su Cuzco ; en los Atlantes de Tula en México; en la antigua casa de García Marquez en Aracataca, Colombia. Son la memoria. Sin ir muy lejos, como dice el dicho “¡aicito nomás!, la Sociedad Italiana. ¿Y?, ¿Se puede?.

Pecado de olvido o indiferencia.

¿Será que a los viejos hay que destruirlos?


 Cerramos imaginariamente la puerta.